Es un escándalo que salió a la luz en septiembre de 2015 en el que el grupo Volkwagen instaló ilegalmente un dispositivo para cambiar los resultados de los controles de emisiones contaminantes en vehículos con motores diésel vendidos entre los años 2009 y 2015.
Gracias al software, los autos marcaban menos emisiones de lo que realmente contaminaban. De hecho, autoridades internacionales aseguran que los coches emiten hasta 40 veces el límite legal de óxidos de nitrógeno en condiciones de conducción real en carretera.
El Dieselgate fue descubierto casi por casualidad por el ecologista Peter Mock, director del grupo medioambientalista International Council for Clean Transportation, (ICCT, por sus siglas en inglés).
Mock intentaba demostrar las diferencias de exigencia entre los controles de gases de Europa y Estados Unidos y para ello estudió las emisiones de los modelos Volkswagen Jetta, Volkswagen Passat y BMW X5.
A diferencia de los controles tradicionales que hasta ese momento se realizaban en centros de Estados Unidos, los investigadores instalaron un sistema portátil que medía las emisiones de los vehículos durante la conducción en carretera.
Los resultados fueron devastadores para Volkswagen puesto que sus dos modelos analizados, Jetta y Passat, marcaron entre 20 y 35 veces más que en las pruebas anteriores. El BMW X5, por su lado, pasó la prueba de carretera.
Estos hallazgos alertaron a las autoridades ambientales involucrándose en el caso la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA). Luego de acusaciones y nuevas investigaciones, Volkswagen reconoció que había instalado de forma deliberada un programa informático para burlar los controles de emisiones.
Según datos de las autoridades ambientales, fueron 11 millones de vehículos manipulados en el dieselgate a nivel mundial y responden a los modelos con el conocido motor TDI del grupo automovilístico.
Más de 30 modelos de las distintas marcas que agrupa Volkswagen se vieron involucrados en el fraude entre los que destacan Audi A1, A3, A4, A5, A6, entre otros. También se vieron afectados modelos de Seat, Skoda y el mismo Volkswagen, como el Polo, Golf, Passat, Tiguan, etc.
Las marcas que se vieron afectadas del grupo fueron Audi, Seat, Skoda, VW y Porsche.
La polémica generó un gran remezón al interior de Volkswagen que incluso llevó a Martin Winterkorn, director ejecutivo de ese momento, a pedir perdón a los millones de clientes y a renunciar después de ocho años de estar al frente a la empresa.
Matthias Mueller fue el encargado de reemplazar a Winterkorn con la difícil misión de levantar a la compañía después del escándalo. El nuevo mandamás del grupo se encargó de acatar las decisiones de la justicia, retirar los millones de vehículos trucados y refrescar la imagen de la empresa. Sin embargo también tuvo declaraciones polémicas como cuando dijo en Berlín que “no solo espero que el diésel no esté muerto, sino que estoy convencido de que está viviendo un renacimiento”.
En abril de este año Volkswagen tuvo un nuevo movimiento dirigencial y Herbert Diess pasó a ocupar el puesto de Mueller. Y desde su llegada marcó un nuevo camino para la empresa asegurando que el fabricante alemán debe “acelerar el paso significativamente” en sus esfuerzos por mejorar las tecnologías de vehículos eléctricos y autónomos, generando un cambio drástico en la cultura del grupo.
La polémica de las emisiones ha tenido sus mayores sanciones en suelo estadounidense con el retiro y reemplazo de miles de vehículos afectados que estaban en manos de los consumidores y millonarias multas económicas. De esta forma, Volkswagen ha gastado más de 26 mil millones de dólares en los distintos frentes de Estados Unidos para reparar el escándalo.
En Europa, por otro lado, las sanciones no han sido tan drásticas y hace pocos días aceptó pagar una multa de más de mil millones de euros determinada por la Fiscalía de la ciudad alemana de Brunswick.
Sin embargo, el dieselgate también ha unido a los consumidores en demandas privadas contra la empresa y hace pocos días se conoció que unos dos millones de propietarios de vehículos diésel en Alemania estudiaban unirse en contra de Volkswagen buscando una compensación.
En cuanto a las sanciones más fuertes en contra de los ejecutivos, el año pasado Oliver Schmidt, un ex ejecutivo de Volkswagen (VW) que se declaró culpable de fraude por su papel en la implementación del trucaje, fue sentenciado en Detroit (EE.UU.) a siete años de prisión y una multa de 400.000 dólares.
Además, en agosto del año pasado James Liang, ingeniero responsable de que los motores diésel de VW cumplieran las normas de los EE.UU., fue condenado a tres años y cuatro meses de cárcel y a pagar una multa de 200.000 dólares.
También están encausados Heinz-Jakob Neusser, que fue responsable de desarrollo de motores de VW; Jens Hadler, también encargado de motores; Richard Dorenkamp, que capitaneó el equipo que desarrolló motores diésel para EE.UU., y Bernd Gottweis y Jürgen Peter, ambos a cargo del control de calidad.
Además otros nombres de ejecutivos están en la mira de las autoridades y se encuentran en pleno proceso de investigación en su contra.
Pese a todos los escándalos en los que se ha visto involucrado, Volkswagen sigue siendo uno de los líderes en ventas a nivel mundial. El consorcio alemán cerró 2017 como el primer fabricante mundial de automóviles, por delante de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi y del grupo japonés Toyota. Así, Volkswagen vendió el año pasado 10,74 millones de vehículos en todo el mundo, un 4,3% más que en 2016
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