SANTIAGO.- Si bien este 20 de julio se cumple un nuevo aniversario de la llegada del hombre a la Luna (49 años), el primer auto en circular por los “selenitas” parajes no lo hizo hasta el 31 de agosto de 1971 cuando el astronauta David R. Scott, comandante de la misión Apolo 15, usó el Lunar Rover Vehicle, también llamado LRV.
El “auto todoterreno” fue pensado para ampliar el alcance de los astronautas y facilitar sus funciones que consistían básicamente en investigar y tomar muestras de la superficie del satélite terrestre.
Para eso la NASA requirió de las empresas Boeing y General Motors la creación del vehículo que transportaría a los astronautas.
El LRV era alimentado con una batería que accionaba un motor de 200 W en cada rueda. Tenía tracción independiente y una vida útil de 180 kilómetros o 78 horas durante el día lunar.
Pese a dicho rango, la orden era que el Lunar Rover Vehicle no se podía alejar más de 9,6 kilómetros del módulo del Apolo 15, distancia máxima que un astronauta podía recorrer a pie tomando como punto de partida o llegada el módulo lunar.
Estas características no dejan de llamar la atención si se toma en cuenta que este todoterreno debía además ir empaquetado en un compartimento de 90 x 150 x 170 centímetros en la nave de descenso.
Una vez desplegado, este vehículo tenía 3,10 metros de longitud, 1,80 metros de ancho y un peso de 181 kilos. Su velocidad promedio era de 3 a 4 km/h y una máxima cercana a los 14 km/h.
Según revelaron posteriormente los hombres de la NASA que participaron del diseño de este vehículo, el principal problema fue adaptar el Lunar Rover a las condiciones del espacio y el irregular terreno de la Luna.
Geografía, gravedad, fisionomía del suelo y temperatura fueron algunos de los factores que tuvieron que tener en consideración durante el proceso de creación de este histórico vehículo.
Finalizada la misión espacial se informó del rotundo éxito del LRV que completó viajes por 28 kilómetros en total y facilitó considerablemente el trabajo de su piloto David Scott, además de ser fundamental para transportar 76 kilos de piedras lunares.
El todoterreno espacial fue tan bien evaluado en su primera misión que posteriormente se construyeron dos nuevas versiones usadas en los viajes del Apolo 16 y Apolo 17.