SANTIAGO.- Para nadie es un secreto que la industria automotriz global dio un fuerte giro hacia la electromovilidad y las tecnologías de conducción autónoma en la última década. De hecho, ya no es extraño ver circular vehículos cero emisiones y a empresas probando en carreteras públicas sus prototipos de vehículos autónomos. No obstante, para Ian Robertson, portavoz de BMW en el Reino Unido, la prescindencia total de un conductor humano es casi una quimera ante la posibilidad que una máquina tome decisiones en situaciones críticas.
El ejecutivo de la automotriz alemana se pregunta: Ante un inminente accidente ¿por qué la computadora debería decidir atropellar a un peatón y no a otro?
Robertson añade que a futuro los vehículos autónomos podrán tener tecnologías perfectas y más desarrolladas que las que se conocen hoy, sin embargo, insiste que el entorno por el que circulan estos coches tiene variables difíciles y, más bien, imposibles de controlar.
Por esa razón el ejecutivo de BMW estima que probablemente nunca llegaremos a tener vehículos sin volante y cuyo desplazamiento esté 100% controlado por inteligencia artificial.
Agregó que la única posibilidad que vislumbra hasta ahora para que se de la conducción autónoma plena es que dentro de las ciudades existan rutas diseñadas específicamente para tal sistema, las que deberán ser muy controladas en materia de señalización y peatones, o bien, que sea una tecnología destinada exclusivamente a carreteras y autopistas, donde las variables son mucho menores.
El desarrollo de coches autónomos ha abierto un mundo de dudas sobre temas legales y morales, con interrogantes tales como quién asume la responsabilidad en un accidente en donde participen coches autónomos y si los gobiernos deben dotar de infraestructura pública para dar luz verde a este tipo de tecnologías, entre otros.
En la actualidad BMW realiza pruebas de conducción autónoma con 40 vehículos que se desplazan por las carreteras del Reino Unido. Diariamente recorren alrededor de mil kilómetros, durante los cuales los pilotos humanos deben intervenir, en promedio, tres veces por viaje para enfrentar eventuales situaciones de peligro.
