Los especialistas recomiendan cambiar el fluido refrigerante de forma regular siguiendo al pie de la letra la recomendación de los fabricantes. Recuerde que ellos invirtieron muchas horas de trabajo y dinero para entregar una guía de mantención que permitirá sacarle el mejor partido al vehículo. Normalmente este cambio de líquidos se realiza cada tres o cuatro años, ya que con el uso aparecen moléculas corrosivas que pueden generar daños en el motor y en el sistema de enfriamiento, como sobrecalentamiento, corrosión, aumento del consumo o ruidos internos.
Si bien el líquido refrigerante tiene un periodo de uso más bien prolongado, lo ideal es que antes de que comience el verano haga revisar el estado de este por un mecánico capacitado, ya que en caso de ser necesario, hay que sustituir totalmente el líquido, lavando y limpiando previamente el sistema de refrigeración.
Si su vehículo tiene más de seis años de uso es conveniente cambiar la protección del radiador y atender los consejos del fabricante. Debe recordar que el sistema de refrigeración no solo está conformado por elementos metálicos, sino también por piezas de goma, caucho, plásticos y otros materiales blandos que están en contacto con el refrigerante y tienen una vida de uso definida. De hecho, muchos refrigerantes no son “amigables” a estas piezas blandas, especialmente los que no poseen suficiente glicol en su fórmula, ya que suelen alcanzar mayores temperaturas y aparte de no refrigerar bien el motor, pueden calentar mucho las mangueras y otras partes blandas del sistema de refrigeración acelerando su deterioro. De ahí que nuevamente es fundamental respetar los consejos del fabricante.
Si con frecuencia el indicador de temperatura de su vehículo sobrepasa los 70ºC es síntoma de que el sistema no está funcionando de forma adecuada. Por lo mismo, es recomendable no perder de vista este indicador. En caso de superar los 90°C es conveniente detener el auto por algunos minutos para que “descanse” y baje la temperatura del motor. De no hacerlo se arriesga a dañar la máquina.
Si a causa de una avería propia del termostato, éste quedase cerrado pondría en peligro algo más que el propio rendimiento del vehículo. Este sobrecalentamiento puede dañar significativamente el motor ya que el refrigerante no circulará de forma adecuada por los conductos. Una manera de detectar un desperfecto en esta pieza es observar continuas fluctuaciones de temperatura o un aumento disparado del consumo de combustible. De hacerlo, se recomienda consultar con su mecánico.
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