SANTIAGO.- Como suele ocurrir durante cada fin de año, los medios de comunicación hacen un balance de cómo fue la temporada que termina y el sitio Jalopnik.com no está al margen de esta tradición y su periodista Jason Torchinsky debió hacer una lista con las cosas más extrañas que cubrió durante 2018, oportunidad donde destacó como algo positivo el haber descubierto en Chile un muy extraño modelo de Mini, con carrocería hecha de fibra de vidrio, y que solo se fabricó en territorio nacional durante pocos años.
Según relata el propio comunicador, que trabaja en Estados Unidos como especialista en temas de motor, la aventura al final del mundo comenzó cuando Mini lo invitó a participar de un singular desafío para tres Mini Countryman Hybrids que debían recorrer toda la carretera Panamericana, desde Texas hasta Tierra del Fuego.
Ya estando en la ciudad de Temuco, Región de La Araucanía, el periodista se dio el tiempo para salir a caminar por un barrio de la ciudad hallando en una casa un tipo de Mini clásico con el que no estaba familiarizado y que, de paso, era buscado por ejecutivos de BMW/Mini, ya que a diferencia de cualquier otro coche fabricado en otra parte del mundo, este tenía un cuerpo hecho íntegramente de fibra de vidrio.
“Vale la pena recordar que no todas las cosas raras son malas”, dice en su recuento Jason Torchinsky al rememorar los inusuales modelos hallados en Chile.
Por fuerza de ley
Si bien nadie sabe a ciencia cierta cuándo llegó el primer Mini a Chile, se cree que lo hizo poco tiempo después que este icónico auto fuera lanzado en el Reino Unido durante agosto de 1959.
Su primer importador oficial fue Emmsa, que por aquellos años ya armaba motonetas Lambretta y una pick-up de Austin. En 1964 el Austin Mini es incorporado a la línea de armado local en la planta que existía en Arica pero con su tradicional carrocería de metal.
En 1967, luego de un año de paralización en la producción, nace la British Leyland Automotores de Chile retomando la producción del pequeño auto gracias a los kits de CKD (Completely Knocked Down).
En un principio estos autos debían tener un 25% de componentes de fabricación local (pintura, parabrisas y neumáticos) tal como lo exigía la ley para tener la licencia de ensamblajes de vehículos. En 1968 ese porcentaje aumenta por disposición legal a un 52% y en 1971 a un 70%.
Debido a esta disposición, que buscaba desarrollar la industria nacional, British Leyland comprendió que para cumplir que la normativa debía fabricar las carrocerías en suelo chileno.
Hacerla de metal, como en el resto del mundo, no era rentable debido a los bajos niveles de venta, por lo que resolvieron que en Chile los cuerpos se iban a fabricar con fibra de vidrio, que era más barata y fácil de producir. Fue así como mandaron a construir los moldes del Mini y los enviaron a Chile, al igual que para el MG-1100.
Estas hormas fueron instaladas en la planta de Arica donde se fabricaron estos singulares Mini entre 1969 y 1974, sumando alrededor de 6 mil unidades en total, hoy consideradas de colección.
De ahí su rareza, ya que como resume el periodista de Jalopnik “fueron el producto de un momento, un lugar y una política muy específicos, y simplemente no existirían en ningún otro lugar y en ningún otro momento”.