Sonaba como un episodio de "Los Archivos Secretos X": desde hace alguna semanas, en un barrio a algunos kilómetros de un centro de investigación de la NASA en Ohio (Estados Unidos), los controles de garajes y las llaves inalámbricas de autos misteriosamente dejaron de funcionar.
Técnicos, entusiastas de la radiofonía amateur y otros investigadores voluntarios llegaron al lugar con varios medidores. Todos estaban de acuerdo con que algo poderoso estaba interfiriendo con la frecuencia de radio que estas llaves utilizan, pero nadie podía identificar la fuente.
Oficiales de North Olmsted, una ciudad en las afueras de Cleveland, empezaron a recibir llamadas sobre los problemas a fines de abril, aseguró Donald Glauner, director de seguridad y servicio de North Olmsted.
En las semanas que siguieron, más de una docena de residentes reportaron problemas de intermitencia para sus controles de puertas de garaje y las llaves de inalámbricas ("fobs") de sus autos. La mayoría vivía en un rango de algunas cuadras en North Olmsted, aunque otros eran de Fairview Park, una ciudad cercana.
No todas las llaves dejaron de funcionar, indicó Chris Branchick, cuyos padres viven en North Olmsted, agregando que cuando visitaba a su familia en su vehículo marca GMC, la llave no funcionaba. Pero si iba en el auto Nissan de su novia, todo operaba con normalidad. "Pensábamos que era una cosa de un auto local versus un auto extranjero", declaró.
Representantes de la empresa de telecomunicaciones AT&T se unieron a la búsqueda de respuestas, y el jueves, la Illuminating Company –un proveedor local de electricidad– envió un equipo a investigar.
"Empezaron cortando la electricidad en los lugares donde detectaron la mayor lectura de frecuencias de radio en interferencia", explicó Chris Eck, vocero de la firma. Pero incluso después de cortar la corriente en una cuadra entera, el problema persistía.
"Era como tratar de hablar con alguien en un club nocturno", aseguró Adam Scott Wandt, profesor de la Jay John College of Criminal Justice en Manhattan, intentando explicar cómo una frecuencia fuerte puede desordenar una más débil.
Dan Dalessandro, técnico de televisores, era uno de los aficionados de la radiofonía que acudió a investigar. Primero, dijo, sólo notó "pequeños blips" en un detector de señales, pero en una cuadra y en una casa en particular, la señal era extraordinariamente poderosa.
Finalmente, el sábado en la tarde el consejero local Chris Glassburn anunció que el misterio había sido resuelto: la fuente del problema era un dispositivo a batería, hecho en casa por un residente local, para avisarle si alguien estaba en el piso superior cuando él estaba trabajando en el sótano. La alerta se emitía apagando una luz.
"Tiene una fascinación con la electrónica", explicó Glassburn, agregando que el residente tiene necesidades especiales y que no sería identificado para proteger su privacidad.
El inventor y otros residentes de su hogar no tenían idea que el dispositivo estaba creando un caos en el vecindario, indicó, hasta que Glassburn y un voluntario con experiencia en frecuencias de radio tocaron la puerta.
"La forma en que lo diseñó, estaba generando persistentemente una señal de 315 megahertz", dijo Glassburn. Esa es la frecuencia que usan muchas puertas de garaje y sistemas de llaves inalámbricas. "No había mala intención en el dispositivo", sentenció en una declaración pública.
La batería fue retirada del dispositivo y así la señal terminó. "Fue un alivio", aseguró Glassburn. De manera más amplia, el caso es un recordatorio del poder de las frecuencias de radio, indicó Wandt. "No son inherentemente dañinas para el hombre, pero pueden causar caos masivo en nuestra sociedad tecnológicamente avanzada, de formas que no podemos predecir".