Conocido por privilegiar la Felicidad Nacional Bruta y ser uno de los países más ecológicos del mundo, Bután es símbolo de desarrollo sostenible aunque durante el último tiempo el “caos” de los vehículos ha cambiado la vida de sus habitantes.
El fenómeno conocido como el “boom del auto” afecta a todos por igual y así lo reconoce Kuenzang Choden, habitante de la capital Timbu, quien cada mañana tarda alrededor de media hora en dejar a su hija en el colegio, en un tramo que antes hacía en cinco minutos. "Tomo el desayuno en el coche para ganar tiempo", cuenta.
Hace tan sólo unos años que se ven atascos en este pequeño reino montañoso -enclavado entre India y China- muy interesado en la preservación del medio ambiente.
A comienzos de siglo, este país de 750.000 habitantes contaba con 19.000 vehículos, en comparación con los más de 100.000 coches y camiones de la actualidad, según el director general de la autoridad de transporte Pemba Wangchuk.
O sea apenas un vehículo por cada siete butaneses (lejos de la media de aproximadamente uno por persona en Estados Unidos) pero las carreteras rurales del país asiático y el mantenimiento deficiente de las de las ciudades saturan pronto el tráfico. Hay que añadir la falta de plazas de estacionamiento y de semáforos.
"Me gustaría que hubiera menos coches", declara el consultor Phuntsho Wangdi. "Tengo que planificar por adelantado si quiero ir a algún sitio, antes no era así".
La mitad de los coches del país se encuentran en la capital, de 100.000 habitantes, según cifras gubernamentales.
Ecologistas
Los habitantes de Timbu afirman que los atascos comenzaron hace cinco años y se agravaron durante los últimos 12 meses.
Pese al aumento de los impuestos con que se grava a los coches y las restricciones a los créditos para la compra de automóviles las ventas siguen subiendo.
Los créditos para adquirir vehículos se duplicaron en tres años, pasando de un volumen de 3.200 millones de ngultrumes (45 millones de dólares) prestados en 2015 a 6.700 millones de ngultrumes (96 millones de dólares) en 2018, según estadísticas oficiales.
Los concesionarios llenan los escaparates de nuevos modelos y marcas de Japón y Corea del Sur para atraer a compradores.
Un auge que preocupa en Bután, orgulloso de ser un país con huella de carbono negativa.
Bután y Surinam son los dos únicos países del mundo que reivindican una huella de carbono negativa, o sea que absorben más dióxido de carbono del que emiten gracias a sus bosques.
Actualmente los coches y la industria contribuyen más a las emisiones nacionales, que antes procedían del metano del ganado y de las actividades agrícolas.
La Constitución de Bután obliga a que al menos el 60% del territorio esté cubierto de bosques. A día de hoy ocupan casi el 70% de la superficie del país.
"Desincentivar los coches"
Con el desarrollo de los autos, Bután debe importar más hidrocarburos que la electricidad que exporta, procedente de las represas y su principal fuente de ingresos, según el gobierno.
En Timbu, el coche es esencial debido al escaso desarrollo del transporte público. Sólo tiene 40 autobuses.
Frente al boom automovilístico, el ayuntamiento se propone construir dos aparcamientos de 600 plazas cada uno y comprar más autobuses, para los que reservará vías de circulación.
"Ha llegado la hora de medidas radicales", explica el alcalde de Timbu, Kinlay Dorji. "Tenemos que hacer que los transportes públicos sean más atractivos y desincentivar la posesión de coches".
Para Dasho Sonam P. Wangdi, miembro de la comisión nacional del medio ambiente, la propagación del coche es difícil de frenar pero se pueden fomentar los vehículos menos contaminantes.
"No podemos impedir a la gente que compre coches, pero podemos introducir -explica- coches alternativos menos contaminantes, como los híbridos o los eléctricos, para reducir la huella de carbono".