Además de la polución ambiental, las grandes ciudades también deben enfrentar otros problemas como la contaminación acústica, mal contemporáneo que muchas veces es inevitable en ciudades que siempre están en crecimiento, pero que además se ve potenciado con el andar de costosos coches de alta gama, autos modificados o motocicletas con estridentes escapes. Pues bien, para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, París inicio las pruebas de “radares acústicos” a fin de multar a los propietarios de los vehículos cuyo sonido sobrepase los límites permitidos.
La iniciativa tiene su origen en el municipio de Villeneuve-le-Roi, un pueblo cercano al aeropuerto de Orly y cuyo alcalde, Didier Gonzales, es el director de una asociación en contra de la polución acústica, llamada Bruitparif.
En esta localidad se instaló el primer “radar de ruido” que de momento solo opera en marcha blanca, ya que para que sea activado oficialmente y multe a los propietarios de vehículos ruidosos se debe dictar una norma para tal efecto.
De forma paralela, París ha hecho lo propio posicionando estos equipos en distintas zonas de la capital para medir los niveles de ruidos y, a futuro, cursar multas a quienes superen los niveles permitidos, especialmente en áreas cercanas a hospitales o barrios residenciales.
Este equipo experimental, está compuesto por varios micrófonos direccionales de alta sensibilidad que permiten medir los decibeles que se emiten en las cercanías en cada décima de segundo.
La información es procesada por un software que está asociado a una cámara programada para seguir y capturar una fuente de sonido en movimiento.
Por el momento se han instalado más de medio centenar de estos instrumentos en la capital francesa apostando a que en un futuro cercano sea promulgada la norma que autoriza su uso oficial.