El fabricante estadounidense de autos eléctricos Tesla está empeñado en rebajar los costos de las baterías de sus vehículos cero emisiones y en ese contexto se conoció que la mitad de sus autos fabricados durante este año ya montan pilas LFP (litio-fosfato de hierro).
Si bien estas fuentes de poder son más grandes y pesadas que las células de níquel y cobalto -estas últimas son las más usadas por los fabricantes occidentales- son considerablemente más económicas de producir debido a su composición.
La revelación del uso masivo de baterías LFP -eclipsada la semana pasada por los ingresos de 19.000 millones de dólares del fabricante de automóviles y la oferta de Elon Musk en Twitter- fue la primera vez que Tesla da a conocer datos tan concretos sobre la composición de sus baterías.
Para analistas de la industria este anuncio es una fuerte señal de que las celdas electrolíticas basadas en hierro están volviendo a ganar atractivo en el mundo pese a sus limitaciones, especialmente en momentos en que el níquel ha sido golpeado por las preocupaciones de suministro debido a la guerra de Rusia -el principal productor- en Ucrania.
Además, el cobalto ha estado en entredicho por los reportes sobre las peligrosas condiciones de las minas artesanales en la República Democrática del Congo.
Otros actores de la industria
Tesla no es la única que apuesta a que las baterías LFP, ya populares en China, puedan abrirse paso en los mercados occidentales.
Más de una docena de empresas están estudiando la posibilidad de establecer fábricas de baterías y componentes de LFP en Estados Unidos y Europa en los próximos tres años.
"Creo que el fosfato de hierro y litio tiene una nueva vida", dijo Mujeeb Ijaz, fundador de la empresa estadounidense de baterías Our Next Energy.
Ijaz ha trabajado en este campo el tiempo suficiente como para ver cómo una tecnología que no logró imponerse en Estados Unidos hace una década cobra un nuevo impulso.
El experto y otros promotores de las LFP citaron la relativa abundancia y los precios más baratos del hierro como un factor clave que empieza a compensar los inconvenientes que han frenado la adopción de las células LFP en todo el mundo.
Estas son más grandes y pesadas, y generalmente conservan menos energía que las células NCM, lo que les da una menor autonomía. No obstante, suelen presentar menos riesgo de incendio que las NCM y pueden cargarse continuamente sin perder tanto rendimiento durante la vida útil de la batería.
Tesla lleva utilizando LFP en algunas versiones básicas de su Model 3 fabricadas en Estados Unidos desde el año pasado, ampliando el uso de la tecnología fuera de China, donde hace unos dos años empezó a usar en algunos Model 3 baterías LFP de CATL de China, el mayor fabricante de baterías para vehículos eléctricos del mundo.
Sin embargo, dado el dominio histórico de las baterías basadas en níquel y cobalto en Estados Unidos, la magnitud del uso de células LFP por parte de Tesla en el primer trimestre de 2022 -instaladas en unos 150.000 autos producidos- tomó por sorpresa a algunos analistas y especialistas en baterías.