La industria automotriz ha debido enfrentar el último tiempo graves problemas en las líneas de suministro, crisis que se acentuó con la guerra en Ucrania, país que alberga gran parte de la producción mundial de los arneses de cableado, un componente barato pero fundamental para el funcionamiento de los vehículos de combustión.
Básicamente, los mazos de cables se componen de cobre y plástico. Existen de distintos grosores, dependiendo de la intensidad de corriente que transportan y hasta ahora se fabrican a mano, ya que no era algo fácil de automatizar.
Esta dependencia podría acelerar la transición de las compañías automotrices hacia una nueva generación de arneses hechos a máquina, más livianos y que son diseñados para autos eléctricos.
La autonomía de los cero emisiones está muy relacionada con el peso del vehículo y de ahí que los fabricantes los han diseñado intentado reducir cada gramo posible. Ahora son un ejemplo en el poco uso de este componente. Sin ir más lejos, Tesla está entre los fabricantes a seguir en lo relativo a aligerar el contenido en cableado y conexiones eléctricas.
“Esta es solo una justificación adicional para que la industria acelere la transición a la electrificación”, dijo Sam Fiorani, presidente de la empresa de previsión de producción AutoForecast Solutions.
Los automóviles que funcionan con gasolina aún representan la mayor parte de las ventas de automóviles nuevos a nivel mundial; Los vehículos eléctricos se duplicaron a 4 millones el año pasado, pero aun así representaron solo el 6% de las ventas de vehículos, según datos de JATO Dynamics.
Mientras ocurre esta transición, los fabricantes están empeñados en hacer más eficientes los diseños de sus vehículos para depender lo menos posible de estos componentes.
Por ejemplo, indica un reporte del sitio Motor.es, una medida elemental de reducción de cableado pasa por limitar al máximo el uso de botones físicos, sustituyendo el cableado “analógico” por uno totalmente digitalizado en forma de electrónica. Suprimir ciertos equipamientos también consigue el mismo efecto. En otras palabras, se trata de racionalizar.
Los arneses de los automóviles que funcionan con combustibles fósiles reúnen cables de unos 5 kilómetros en promedio, conectando todo, desde los calentadores de los asientos hasta las ventanas. Requiere mucha mano de obra y casi todos los modelos son únicos, por lo que es difícil hacer un cambio de producción rápidamente.
De ahí que el diseño de los vehículos no para de evolucionar y hay margen para optimizar aún más estos componentes. Finalmente, el objetivo es simplificar los diseños para facilitar su automatización y digitalizar la producción. Una razón más para transitar hacia los modelos cero emisiones.