Una conductora de un Tesla Model X vivió momentos de tensión en la rampa para botes de Polk Street en Hollywood, Florida, cuando intentaba poner a flote unas motos de agua que remolcaba con su vehículo eléctrico. Desafortunadamente, la maniobra salió mal, y el auto acabó sumergido bajo un lago y envuelto en llamas.
Según informes de Jalopnik, el automóvil perdió tracción durante las maniobras, lo que llevó al vehículo a caer al agua. La situación se volvió crítica cuando la mujer que conducía no pudo abrir las puertas para escapar. Afortunadamente, el marido de la conductora logró rescatarla antes de que se hundiera completamente y comenzara a incendiarse.
Hasta el momento, no hay una explicación oficial sobre lo que provocó el fuego, pero se especula que la combinación de un paquete de baterías caliente y el contacto con el agua podría haber sido la causa. El incidente da cuenta de los riesgos asociados con la reacción de las baterías de iones de litio al agua, ya que el embalamiento térmico dificulta su extinción.
Los bomberos tomaron medidas preventivas al mantener el Tesla sumergido para evitar posibles daños adicionales y permitir que las celdas se enfriaran. Sin embargo, incluso después de extinguir las llamas, el vehículo fue transportado con precaución a un estacionamiento incautado, para tenerlo aislado debido al riesgo de posibles reinicios del fuego.
Como se mencionó anteriormente, este accidente deja a la luz los desafíos asociados con la alta inflamabilidad de las baterías de iones de litio en estos autos. Es más, fabricantes como BYD recomiendan no cargar los ejemplares eléctricos cuando llueve o hay tormenta por riesgo de electrocución.
Por otro lado, en Estados Unidos descubrieron que el contacto con agua salada puede ser especialmente peligroso, como se evidenció en septiembre, cuando las inundaciones provocadas por el huracán Idalia causaron el incendio de al menos dos Tesla en Dunedin, Florida.
Las consecuencias se están extendiendo a la industria naviera, que se enfrenta a la necesidad de actualizar sus protocolos debido a un aumento en los accidentes en barcos mercantes que transportan vehículos eléctricos.
Este problema ha llevado a algunas compañías de ferris en España a restringir la entrada de estos automóviles a bordo. La precaución se basa en la posibilidad de que el agua salada, al evaporarse, deje sal residual en las baterías, creando puentes entre las celdas y aumentando el riesgo de incendio, incluso semanas después del contacto inicial.