En la última década las grandes ciudades han visto una explosiva proliferación de los llamados vehículos eléctricos de última milla como una respuesta eficiente y ecológica al problema del transporte urbano.
No obstante, el auge de bicicletas y monopatines eléctricos como una opción de movilidad asequible ha traído consigo una peligrosa consecuencia que ya se comienza a notar en las principales ciudades del mundo y que no es otra que un aumento en los incendios desatados por la mala calidad o mala manipulación de las baterías de estos vehículos.
Tan solo en la ciudad de Nueva York (EE.UU.) han fallecido 17 personas en lo que va del año como resultado de estos siniestros y los bomberos de la ciudad ya anotan cerca de 240 alarmas desde enero pasado a la fecha.
El último incidente que involucró la batería de dos bicicletas eléctricas ocurrió en noviembre pasado, indica un reporte de motorpasión.com, dejó como resultado 14 personas heridas de consideración y la destrucción de tres viviendas.
El problema se extiende más allá de la llamada “Gran Manzana” y en el Reino Unido un reporte de las autoridades indica que entre 2020 y 2023 se ha registrado un aumento significativo en incendios provocados por bicicletas y monopatines eléctricos, anotando un total de ocho fallecidos y alrededor de 200 heridos en 565 incidentes.
El informe añade que sólo la ciudad de Londres debió enfrentar en 2022 un total de 116 incendios ocasionados por estos vehículos.
Según se indicó, la fuga térmica de las baterías de iones de litio es sindicada como la principal causa de estos incendios, los que responde principalmente a productos de dudosa calidad no certificados y a una mala manipulación de estos sistemas, dejándolos, por ejemplo, conectados por largos periodos de tiempo a cargadores potentes.
Frente a esta preocupante situación, Nueva York ha intensificado sus regulaciones, exigiendo la homologación según el estándar 2849 de Underwriters Laboratories para la venta o alquiler de bicicletas eléctricas.
Medida que también es acompañada de un programa de intercambio y descuentos para la adquisición de vehículos más seguros.
Londres, por su parte, ha prohibido subir monopatines o bicis eléctricas al transporte público como medida preventiva.
Estas iniciativas buscan abordar el problema desde la raíz y garantizar la seguridad de los usuarios en el uso de vehículos de movilidad personal. La preocupación se extiende a nivel global, recordando que el ahorro al adquirir vehículos baratos puede tener consecuencias graves y mortales.