Hace unos años un multimillonario japonés fanático de los autos deportivos se aburrió de viajar de un país a otro para conducir en las mejores pistas del mundo y decidió construir un lugar donde la pasión por los automóviles se fusionara con el lujo y la exclusividad, un lugar donde los sueños de los amantes de los autos deportivos se pudiera conviertir en realidad.
Así nació el Magarigawa Club, recinto calificado como un verdadero “Disneyland” para quienes disfrutan de los autos deportivos en Asia, ya que el recinto no solo cuenta con un hotel de lujo, un restaurante de primer nivel e instalaciones como gimnasio, spa, bar y karaoke, sino que además tiene un impresionante circuito de 3,5 km de longitud con una recta de 800 metros, mucho desnivel, 22 curvas y un pitlane interior climatizado.
Situado a unos 100 kilómetros del centro de Tokio, en la Prefectura de Chiba, este exclusivo club ostenta una pista que no tiene nada que envidiar a los mejores circuitos del mundo, algo que no debería extrañar si se considera que fue creado por Hermann Tilke, conocido piloto de carreras y diseñador de circuitos de Fórmula Uno como los de Las Vegas, Jeddah y Abu Dhabi, por mencionar algunos.
Abierto oficialmente durante el segundo semestre del año pasado, Magarigawa Club no es solo un circuito de carreras. Es un complejo de lujo pensado para satisfacer todas las necesidades de sus selectos miembros, quienes deben pagar una inscripción anual que ronda los 230.000 dólares (poco más de 224 millones de pesos chilenos) para disfrutar de las instalaciones.
De hecho, Masanori Sekiya, lo definió no solo como un lugar para carreras competitivas, sino también un complejo donde se pueden tomar cursos de conducción, "ideal para aprender, practicar y mejorar las habilidades al volante, independientemente de su nivel de experiencia o del rendimiento de su automóvil".
El concepto del Magarigawa Club es similar al del famoso Ascari Race Resort en España y es el primero de su tipo en Asia, destacando por su pista que está enclavada en un cerro rodeado por un verde bosque que además ofrece bellas vistas al monte Fuji y a la bahía de Tokio.
El circuito de más de 3 kilómetros es definido como desafiante y divertido, ya que en su diseño se decidió añadir un tramo cuesta abajo (16% del total), así como una parte en cuesta arriba (20%).
La comodidad y el lujo también se siente en el pit lane y los boxes climatizados donde hay un equipo permanente de mecánicos que asisten a los socios y sus autos. Así como también equipos de emergencia que están en todo momento listos para actuar, confirmando su exclusividad y seriedad.