El primer ministro ruso, Mikhail Mishustin, criticó al fabricante local de vehículos de la era soviética, Volga, por importar desde China piezas para la producción de sus automóviles, como por ejemplo los volantes, teniendo proveedores nacionales que son capaces de suplir las demandas de componentes de la firma.
"Queremos que todos los componentes del vehículo sean rusos", comentó el dirigente ruso en una visita a la exposición de los nuevos modelos de la marca en Nizhny Novgorod, una localidad al sureste del territorio de la Federación de Rusia.
"Los funcionarios de este país deberán conducir autos nacionales", remarcó además el dirigente en sus declaraciones.
Las declaraciones del primer ministro ruso supone el primero de los enfrentamientos comerciales directos entre Moscú y Pekín en estos últimos dos años en los que Rusia ha debido enfrentar las sanciones impuestas por Estados Unidos y Europa por lanzar la invasión a gran escalada de Ucrania.
Las ventas de automóviles chinos en Rusia parecen haber alcanzado ya su punto máximo, a medida que el Kremlin presiona para recuperar la producción nacional, lo que incluye la reactivación del proyecto industrial de Volga de la era soviética.
En este caso, el plan estratégico de la marca rusa pasa por alcanzar un valor de producción de vehículos de hasta 660 millones de euros, según ha confirmado la propia empresa.
La producción en serie de estos autos de fabricación rusa empezará a lo largo de este año y a partir de 2025.
La línea de automóviles estará compuesta por tres modelos: Volga C40 (sedán del segmento D), Volga K30 (crossover del segmento C), Volga K40 (crossover del segmento D), los tres con un motor de gasolina y una potencia de hasta 188 caballos (CV).
"Estamos planeando crear una producción nacional de los componentes más críticos", dijo el director de la automovilística, Alexander Podoplelov.