La reciente decisión de la Comisión Europea de imponer aranceles de hasta el 38,1% a los vehículos eléctricos importados de China podría tener efectos significativos para los fabricantes de automóviles europeos, quienes temen una posible guerra comercial que afectaría sus negocios en el gigante asiático y sus propias importaciones de vehículos fabricados en ese país.
Particularmente preocupados están los fabricantes de automóviles alemanes, con BMW, Volkswagen y Mercedes-Benz, quizá los más afectados con esta medida.
De hecho, Oliver Zipse, CEO de BMW, calificó la decisión de la Comisión Europea como "el camino equivocado a seguir".
El alza de impuestos a los eléctricos chinos entrará en vigor el 4 de julio próximo y podría costar miles de millones de euros a los fabricantes del gigante asiático, quienes aún así -indican los que apoyan la medida- podrían absorber estos costos sin perder rentabilidad.
Nio, uno de los pocos fabricantes chinos que comentó el anuncio de la UE, expresó su oposición a la medida, pero reafirmó su compromiso con el mercado europeo.
En ese contexto, marcas como BYD y Chery ya adelantaron que planean levantar fábricas en Europa a fin de evitar esta alza arancelaria impuesta por el bloque, algo que también decidió hacer Volvo, que está trasladando parte de su producción en China a Europa.
No obstante, una eventual represalia de China a estas medidas de la UE podría tener un impacto importante en la economía de las automotrices alemanas, toda vez que el mercado del gigante asiático representa parte importante de sus ingresos.
Tan solo en el primer trimestre de este año China representó casi el 32% de las ventas totales de BMW y alrededor del 30% de las de Volkswagen y Mercedes-Benz.
El Canciller Olaf Scholz advirtió sobre las consecuencias negativas del aislacionismo y las barreras aduaneras, y tanto VW como Mercedes-Benz han subrayado que los aranceles podrían ser perjudiciales para la industria automovilística europea.
Además, estos aranceles afectarán a los automóviles fabricados en China por empresas occidentales, como el Dacia Spring EV de Renault y los vehículos eléctricos de Tesla.
La industria automotriz del bloque también depende de componentes chinos para la producción de vehículos eléctricos, lo que podría complicar la transición hacia una economía verde en Europa.
Oliver Zipse de BMW señaló que una guerra comercial podría tener consecuencias desastrosas, ya que Europa no puede fabricar automóviles eléctricos sin recursos chinos.