El gobierno de Italia pidió a la Unión Europa una profunda revisión de la prohibición de venta de automóviles nuevos con motores de combustión a partir de 2035 ante el temor de que la medida pueda provocar el "colapso" de la industria automovilística comunitaria, la que enfrenta un complejo escenario debido a una débil demanda por unidades 100% eléctricas.
Varios ministros del Gobierno de Giorgia Meloni se han mostrado contrarios a la política climática comunitaria, indicando que ante el actual escenario parece una estrategia "absurda", respaldada sólo por motivaciones ideológicas y plantearon modificar dichos objetivos con cambios que reflejen las "realidades del mercado" ante la desaceleración en la transición eléctrica.
Además, Roma considera que existe una preocupación creciente a que los fabricantes europeos como Volkswagen o Stellantis se estén quedando cada vez más atrás respecto de la competencia procedente de China y Estados Unidos, donde las empresas locales se han beneficiado durante los últimos años de una avalancha de subsidios estatales que han financiado la transformación de sus industrias.
El ministro italiano de Industria, Adolfo Urso, planteó en las últimas horas que existe un "panorama incierto" que afecta, entre otras, a la industria automovilística alemana donde, dice, se necesita "claridad" para no llegar a una situación de "colapso".
"Europa necesita una visión pragmática, la visión ideológica ha fracasado. Tenemos que reconocerlo", añadió el ministro, quien dijo que eso no significa oponerse a la expansión y desarrollo de los vehículos eléctricos, sino que abrirse también a prolongar el uso de los motores térmicos y otras tecnologías de movilidad como la híbrida o el hidrógeno.
Automotrices en crisis
Las palabras del gobierno italiano llegan en plena crisis del sector automotriz local. El gigante Volkswagen enfrenta protestas de los trabajadores alemanes ante el posible cierre, por primera vez en sus 87 años de historia, de, al menos, dos plantas en el país y los consecuentes despidos ante la falta de pedidos que justifiquen mantener operativas las instalaciones.
En julio, el grupo admitió estar valorando cerrar la fábrica de Audi en Bruselas (Bélgica) ante la caída de la demanda de vehículos eléctricos de alta gama.
Por su parte, otros fabricantes como Stellantis comunicaron a cierre del pasado semestre de una caída de la producción del 36% en Italia.
En la planta del grupo en Mirafiori (Turín), donde se ensamblan los Fiat 500 eléctricos, la producción entre enero y junio se desplomó un 63%, teniendo que frenar la producción.