Stellantis se encuentra en una encrucijada, considerando el posible cierre y venta de uno de sus principales centros de pruebas de vehículos, situado en Arizona, Estados Unidos. Esta medida se enmarca en un programa más amplio de reducción de costos, impulsado por el consejero delegado, Carlos Tavares, quien también enfrenta la presión de encontrar un sucesor antes de que termine su mandato en 2026, debido al deterioro económico del grupo.
El centro, que abarca más de 1.600 hectáreas entre Phoenix y Las Ventas, es propiedad de Stellantis desde la fusión de FCA y PSA en 2021. El complejo fue adquirido por Chrysler a Ford en 2007 por un importe superior a 35 millones de dólares.
A partir del próximo año, medios norteamericanos sugieren que Stellantis planea utilizar los campos de pruebas de Toyota en Arizona, lo que permitirá al fabricante japonés rentabilizar sus instalaciones mediante su alquiler a otros grupos.
Entre 2019 y 2023, la compañía ha reducido su plantilla global en aproximadamente un 15,5%, lo que equivale a unos 47.500 empleados, y ha recortado un 14,5% de su fuerza laboral en América del Norte.
Esta reducción de personal responde a la estrategia de Stellantis de externalizar trabajos de ingeniería a países con menores costos asociados, como Brasil, India y México.