Un mazazo difícil de digerir. Sólo nos pasa a nosotros dirán muchos. Chile lidera su Grupo en Copa América, está a un triunfo de asegurar el primer lugar y quien la ha llevado a ese sitial en el torneo, su goleador, su máxima figura, el que ha aparecido en los momentos más complicados, lanza todo al precipicio.
Arturo Vidal, “El Rey Arturo”, el “Salvador” de Sampaoli en la máxima justa continental choca su Ferrari y no sólo eso, lo hace “en estado de ebriedad”, según explican las autoridades y a minutos de tener que presentarse a la concentración con sus compañeros en el Complejo Juan Pinto Durán. O sea, Vidal llegaba a trabajar con alcohol en su cuerpo.
No es nuevo en el jugador de la Juventus este tipo de incidentes. Ya lo vimos dando explicaciones y ofreciendo disculpas a través de un video tras el siempre recordado “Bautizazo” en la época que el criticado Claudio Borghi intentaba ejercer su autoridad.
Y ¿Qué hacemos ahora? O más bien ¿Qué hará Sampaoli? El técnico tiene la pelota en sus manos. ¿Hará como Claudio Borghi y saldrá en una conferencia a explicar que Vidal está fuera de la selección, que le falló a su confianza, que está herido?
Decisión difícil para el técnico, quizás la más relevante desde que está en la selección, o es más, de su carrera con el buzo de DT.
La lógica indica que tal como lo hizo Borghi, Vidal debería ser desconvocado ¿Por qué? Porque la regla dice que la “ley pareja no es dura”, que en Pinto Durán el ambiente estará trizado, independiente de que varios sacarán la voz en el camarín para defenderlo. ¿Y si la dejamos pasar? La próxima pillamos trago al interior de Pinto Durán ¿Y qué diremos?
Vidal es un atleta. Hoy debía entrenar y en poco más de 48 horas jugar un partido trascendental para el país. No se cuidó, no siguió las reglas y debe responder no sólo judicialmente, sino que también ante sus compañeros, ante el entorno, ante el fútbol.
Es difícil dejar partir al goleador, al mejor jugador, al “salvador”, pero ése falló no en la cancha, fuera de ella y aunque suene lamentable, doloroso, casi impresentable, por unas copas, Vidal debe quedarse sin Copa.