Sampaoli desato su alegría.
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SANTIAGO.- "Dejaría todo si logró el título de la Copa América y del Mundial". Así de claro respondió la semana pasada el técnico de la selección chilena, Jorge Sampaoli, cuando se le consultó por la posibilidad de coronarse campeón en el presente certamen continental.
Es que el DT de la "Roja" lleva el fútbol, simplemente, en el "alma" y es su "pasión de vida". Y así por lo menos quedó nuevamente demostrado en el partido frente a Perú donde Chile venció 2-1 y logró su paso a la final del campeonato, luego de 28 años de sequía.
El de ayer era un compromiso muy especial para el casildense. Su equipo enfrentaba a un clásico rival de Sudamérica y además se medía frente a un país donde trabajó del 2002 al 2007 y dejó varios amigos.
Pero eso, por más de 90 minutos, Sampaoli lo olvidó. Vivió, como siempre, el encuentro a gran intensidad. Se molestó en reiteradas ocasiones con sus defensores y reclamó airadamente algunos cobros del árbitro venezolano José Argote.
En el segundo tiempo el estratego del elenco nacional mostró toda su rabia contra el juez cuando en el minuto 48 anuló un gol legítimo de Eduardo Vargas y dos minutos más tarde un fuera de juego de Mauricio Isla, quien se iba solo en demanda del arco rival.
Minuto 59, centro por izquierda de Luis Advíncula y Gary Medel envía la bola contra su arco. Empata Perú y los "fantasmas" se apoderaron de Sampaoli. El DT estaba descontrolado, nervioso.
Continuaba impartiendo instrucciones a viva voz y también alegando las decisiones de Argote. En eso estaba cuando a los 62 Vargas inventa una genialidad y desde 25 metros mete una derecha inatajable para el meta Pedro Gallese. Golazo de la "Roja" y Sampaoli explotó de alegría.
El técnico argentino levantó sus dos brazos, gritó con todo su desahogo, corrió para el sector del tiro de esquina, luego volvió a la banca de suplentes y después hacia la cancha. Estaba exaltado, su felicidad era total.
Tras su correr de ida y vuelta se abrazó con sus "escuderos", Sebastián Beccacece y Jorge Desio. Se reanudaron las acciones y nuevamente comenzó su "sufrimiento" hasta que el árbitro de la brega dio el pitazo final.
Como ya es una costumbre, Sampaoli no felicitó a ninguno de sus jugadores en el campo, sino que se fue raudo a camarines donde ahí sí se dio tiempo para abrazar a cada uno.
La copa estaba más cerca que nunca, y claro el sábado está historia puede ser aún mejor…