Paredes lideró las celebraciones.
Aton
VALPARAÍSO.- Pitazo final en La Florida y explosión total en el camarín de Colo Colo en Valparaíso. El Cacique era campeón del fútbol chileno por 31ª ocasión y pese a los gravísimos incidentes que suspendieron el partido ante Wanderers, el plantel albo salió al gramado de Playa Ancha a festejar su flamante coronación.
Liderados por Esteban Paredes, el equipo albo dejó el vestuario del Elías Figueroa Brander y se fue directo a la cancha a celebrar como si nada hubiese pasado antes, junto a un puñado de fanáticos colocolinos que esperaban en las tribunas el final del cotejo que Audax Italiano venció a Universidad Católica en Santiago, lo que selló una nueva corona para el club más ganador de Chile.
Tras Paredes, uno por uno de los jugadores ingresaron al campo de juego (algunos ni siquiera se cambiaron de ropa) y comenzaron a celebrar el título. Incluso, dieron una pequeña vuelta olímpica que no prendió mucho, con dedicatoria incluida al archirrival Universidad de Chile.
Algunos entraron a la cancha y se devolvieron al camarín luego de esa mini celebración, al ver que había muchos hinchas que les pedían un souvenir de recuerdo. Al mismo tiempo, también se dieron cuenta que quizás no era tan adecuado tanta alegría.
Pero, sin duda, el más eufórico era "Visogol" quien lideró los vítores al son del "Dale campeón, dale campeón" y "Campeón, campeón, campeón hay uno solo, se llama Colo Colo, el eterno campeón".
Mientras otros forofos entonaban el himno de la institución, lo que hizo más emotivo el momento.
El goleador se abrazó con unos hinchas albos y empezó a saltar como el más fanático partidario. No le importó nada, sobre todo tras la presión que tenían encima luego de la caída en la final de Copa Chile ante la U y el complicado cierre de torneo que vivió el plantel.
Otros fueron más cautos, como Justo Villar o Jean Beausejour, que ingresaron al campo siguiendo al "7", pero luego de unos momentos decidieron volver a los vestidores.
También hubo algunos como Claudio Baeza, Luis Pedro Figueroa, Esteban Pavez, Cristián Gutiérrez o el capitán Gonzalo Fierro que incluso declararon a la prensa y firmaron autógrafos, pero que tampoco desbordaban de alegría como el caso del ariete.
Una celebración rara y quizás inoportuna, pero que al final marca una ansiada alegría para un Colo Colo que vivió un año lleno de dificultades y decepciones, proyectando un 2016 que partirá con una nueva ilusión en la Copa Libertadores y buscando la estrella 32 en el profesionalismo.