El técnico brasileño del conjunto chino Guangzhou Evergrande Luiz Felipe Scolari.
Reuters
YOKOHAMA.- "¿Por qué no soñar ahora con ganar al Barcelona?", se preguntó en voz alta el técnico brasileño Luiz Felipe Scolari sobre el nuevo reto del conjunto chino Guangzhou Evergrande, batir el jueves en Yokohama al equipo del atacante argentino Lionel Messi en las semifinales del Mundial de Clubes.
Los azulgranas juegan para la historia. Un tercer entorchado (antes en 2009 y 2011) en este torneo les dejaría como el club más laureado, desempatando con el Corinthians, que ganó en 2000 y 2012.
Además, sería el colofón para un año casi perfecto, en el que han conquistado todos los títulos (Liga, Copa, Champions y Supercopa de Europa), a excepción de la Supercopa de España, donde fueron sorprendidos por el Athletic de Bilbao.
Al frente de la expedición Messi, quien busca su mejor versión en un torneo que se le da de maravilla, en el que marcó en las dos finales que jugó.
Tras siete semanas de baja, el cuatro veces Balón de Oro regresó a finales de noviembre y ha dejado algunos destellos, pero no ha brillado con la regularidad que acostumbraba.
En Yokohama no podrá contar con uno de sus socios, el brasileño Neymar, que sufrió la semana pasada una lesión muscular y que se recupera con la intención de llegar a la final del domingo. Sí estará Luis Suárez, en búsqueda de un trofeo que no tiene.
Pero el Barcelona, que aterrizó el lunes en Japón, tiene que luchar contra el escaso tiempo para adaptarse, tras un viaje de 13 horas de avión. Luego tendrá que superar a un rival en el que manda un viejo conocido de los banquillos, Luiz Felipe Scolari.
El DT luso, campeón del mundo con Brasil en 2002, aporta sus 33 años de experiencia como entrenador a un club que ha confiado en la tradición brasileña para convertirse en el campeón de Asia.
"Sabemos que somos pequeños, pero queremos lograrlo. Vamos a pensar así y trabajaremos para eso, tengo que concienciar a mis jugadores de que es posible", dijo tras la victoria sobre el América.
Además de Scolari, el soporte ofensivo del Guangzhou es cosa de brasileños. Luizao construye el juego y el trío Elkeson-Goulart-Robinho se encarga de poner la magia en ataque.
Frente a los mexicanos fue el mediocentro el que salvó al campeón de Asia. Primero con una espectacular cabalgada que supuso el empate y luego con un cabezazo que les dio la victoria en el descuento.
"Es un equipo difícil, pero espero que podamos imprimir nuestro estilo. Hemos venido a ganar el Mundial. Es una competición importante y muy difícil de conseguir porque antes tienes que ganar la Champions", señaló el lunes el centrocampista del cuadro catalán Sergio Busquets.
"Hemos cambiado un poco. Nos hemos vuelto más verticales. Por supuesto, no hemos perdido la idea de tener la pelota, es nuestro sello y nuestra prioridad", añadió Messi, en una entrevista publicada este martes por la FIFA.
Recibidos como estrellas del rock en Japón, con una gran expectación ante cualquiera de sus movimientos, los azulgranas tienen en el horizonte una esperada final el domingo ante el River Plate, que deberá superar el miércoles a la sorpresa del torneo, Sanfrecce Hiroshima.
