Ginés Pulgar sigue la prueba a bordo de su Ford desde 2009.
Martín Gutiérrez, Emol
SAN SALVADOR DE JUJUY.- 13 fueron los chilenos que iniciaron el Rally Dakar desde Buenos Aires. Y tras los abandonos de Daniel Gouet y José Ignacio Cornejo en motocicletas, la legión chilena sufrió dos duras bajas en la categoría sobre dos ruedas.
Pero pese a estos retiros son 12 los nacionales que están apretando el acelerador en el Dakar. Sí, porque hay un chileno que está corriendo un rally paralelo.
Ginés Pulgar es su nombre. De 62 años y oriundo de La Calera. Este fanático no tiene nada que envidiarle a otros pilotos, ya que ha recorrido y seguido siete ediciones del Dakar a bordo de su reliquia: Una camioneta Ford F-50 edición limitada del año 50 y de la que no se hicieron más de 600 unidades. En ella, duerme en su pickup especialmente equipado para las largas distancias.
"No la cambio ni la vendo por nada. Tiene un valor sentimental muy grande. Ni por todo el oro del mundo", asegura en conversación con Emol mientras la acaricia con un claro gesto de cariño.
De color morado, con banderas chilenas y múltiples adhesivos, el auto no pasa desapercibido para los ojos de nadie. Ni para el director del Dakar, Etienne Lavigne, quien en 2012 le ofreció un trueque por uno de sus helicópteros. "Yo le dije que no, que si lo hacía se iba a llevar mi corazón", cuenta recordando aquel momento.
Pero esa es una de las varias anécdotas que ha vivido con su Ford. Consultado por cómo se gestó la idea de seguir el Dakar, Pulgar explica que "en el 2009 partí viéndolo como espectador. Y ahí quedé con gusto a poco, quería seguir viendo a los pilotos. Quería estar más cerca de ellos. Y ahí se me ocurrió seguirlos en mi camioneta para darles apoyo".
Y de 2010 en adelante, el calerano no se ha perdido ningún Dakar. Gracias a su pasión, ha estado en lugares que nunca imaginó y ha hecho muchos amigos. "Nunca me ha pasado nada malo. Puras cosas positivas y la gente en Bolivia, por ejemplo, me ha tratado muy bien".
La cábala del llavero para Ignacio Casale
Los seis años que lleva recorriendo la prueba más dura del mundo, le han permitido generar lazos estrechos con los competidores nacionales. Y con alguno de ellos, tiene rituales, como el que mantiene con Ignacio Casale.
En 2014, Pulgar le regaló un llavero al santiaguino con el fin de darle suerte. Y vaya que funcionó, porque en aquella edición el crédito de Yamaha se quedó con el título en cuadriciclos. En la última edición, Casale también lo recibió, pero Pulgar revela que aquella vez fue distinto.
"Lo vi muy raro cuando se lo pasé. Lo noté cansado y después abandonó en la décima etapa", confiesa el aficionado, que para este año no sólo le entregó como amuleto el llavero, sino que también una polera. "Le dije que se la pusiera cuando le faltarán fuerzas. Espero que sirva y pueda ser campeón", agrega.
Pulgar también es cercano a Francisco "Chaleco" López, a quien extraña y conoció en la ruta. "Él me reconocía desde 200 metros. Levantaba los brazos y iba con la moto a darme un gran abrazo. Estas cosas son las que a uno lo llenan como fanático, más allá del sacrificio de venir a la vida. Yo disfruto con esto, es mi pasión", asevera.
Su camioneta también le ha permitido conocer participantes extranjeros. "Una vez en Copiapó un piloto francés pasó rápido al lado mío y me dijo que lo esperara. Bajó del campamento y me vino a conversar y decirme que le había encantado mi auto", expresa.
Finalmente, el nacido en la Quinta Región espera que la carrera regrese lo más pronto posible a Chile.
"Y es que pese a la aventura, uno siempre quiere estar cerca de la familia. Ahora voy a mandarles un mensaje diciéndoles que me voy a otro lado", manifiesta antes de subirse al volante de su coqueto vehículo y emprender rumbos a Uyuni. Una historia de verdadero fanatismo por el Dakar...