Atlético celebra tras los penales.
EFE
MADRID.- El Atlético de Madrid clasificó a los cuartos de final de la Liga de Campeones al eliminar al PSV Eindhoven en una tanda de penales taquicárdica después de finalizar toda la eliminatoria sin goles.
Por primera vez en la historia una eliminatoria de la Liga de Campeones concluyó sin goles. Fue un fiel reflejo de un enfrentamiento que arrojó un paupérrimo fútbol, pero a cambio propuso una emoción casi incontenible al final.
Durante la primera parte, el Atlético de Madrid trató al PSV con mucho respeto. Quizá demasiado. El equipo teóricamente grande era el español, y más delante de sus hinchas, pero actuó empequeñecido. Defendió muy atrás y le dio el balón al equipo holandés.
El PSV aceptó la concesión con mucho agrado. Durante la mayor parte de la primera mitad movió el balón con suficiente criterio, alargando las posesiones y encontrando siempre apoyos en la media punta, especialmente con la movilidad de Guardado. Además, el delantero Luuk de Jong dio salida en balones largos.
El azar del juego quiso que fuera del Atlético la ocasión más clara de la primera parte, en un sencillo mano a mano que despercidió Griezmann a los 14 minutos. Por su parte, el PSV tuvo la suya a los 27 minutos en una buena combinación abortada por una buena intervención de Jan Oblak.
El Atlético sólo dio muestras de su poder en los últimos cinco minutos de la primera parte, cuando encontró subidas de los laterales, recuperó pronto y actuó con un poco de profundidad. Entonces no fue un gran Atlético, pero sí lo suficientemente productivo para enviar un mensaje intimidatorio a su rival.
El equipo madrileño sí fue más reconocible en la segunda parte, aunque tampoco estuvo demasiado clarividente en ataque. Pero al menos sí arriesgó más y elevó la línea de presión. Lo acusó el PSV, que progresivamente fue dando pasos hacia atrás.
Paradójicamente, y dentro de sus muy escasas llegadas, el equipo holandés pudo cobrar una valiosísima ventaja a los 57 minutos. Locadia disparó, Oblak realizó una prodigiosa intervención y rechazó al palo. Luego remató De Jong y sacó Filipe Luis cuando el balón entraba. Un susto de muerte para la hinchada local.
Para entonces, Fernando Torres ya estaba en juego en lugar de un desafortunado Augusto Fernández. El ídolo local fue el jugador rojiblanco que más sensación de peligro ofreció durante todo el encuentro. Más extraña fue la posterior entrada de Matías Kranevitter en lugar de Yannick Carrasco, un jugador con desborde.
El partido no tenía calidad, pero la emoción suplía la ausencia de virtuosismo. Torres la tuvo a cinco minutos del final con un disparo cercano que sacó Zoet, el excelente arquero holandés, y luego se fue al palo. El Vicente Calderón se consumía.
La eliminatoria se fue a la prórroga después de 180 minutos sin goles, lo que explica bien la pobreza del fútbol exhibido por ambos conjuntos. Lo peor para el Atlético es que se quedó sin Diego Godín por lesión y sin cambios para el añadido.
Nada ocurrió en una prórroga sin ocasiones y con exceso de fatiga. El duelo se fue a la lotería de los penales y ahí triunfó el Atlético de Madrid por 8-7 gracias a un error de Narsingh y un acierto final de Juanfran. La suerte cayó del lado Atlético.