La neozelandesa le devolvió el gesto a la estadounidense.
Reuters
SANTIAGO.- Un fiel reflejo de lo que es el "Espíritu Olímpico". Así podría resumirse la historia de la neozelandesa Nikki Hamblin y la estadounidense Abbey D'Agostino, quienes estarán en la final de los 5.000 metros pese a que llegaron últimas en las clasificaciones.
Ambas atletas participaron este martes en la serie 2 de la primera ronda, para acceder a la última carrera en busca de la medalla de oro, el gran objetivo.
Sin embargo, eso pasó a segundo plano cuando la oceánica chocó con otra competidora y cayó sobre la pista del Estadio Olímpico, haciendo tropezar a la norteamericana que venía justo detrás.
Pese a que sacó la peor parte y lejos de recriminarle, la estadounidense ayudó a pararse a Hamblin y ambas siguieron avanzando a la meta, pero D'Agostino cojeaba y nuevamente se fue al piso, con visibles muestras de dolor cuando quedaba casi un tercio de carrera por delante.
La neozelandesa devolvió entonces el gesto e instó a su contrincante a seguir juntas hacia la final, dándole ese empuje de ánimo final que les permitió a ambas terminar la carrera con el peor tiempo de su serie.
La norteamericana debió abandonar la pista en silla de ruedas, no sin antes fundirse en un abrazo con la oceánica, en una actitud que fue ovacionada por todo el estadio que presenció con emoción lo que ambas habían hecho.
Hamblin terminó penúltima con un tiempo de 16:43.61 y D'Agostino cerró la prueba con 17:10.02, muy por detrás de la líder y primera clasificada para la final, la etíope Almaz Ayana con un cronómetro de 15:04.35.
Sin embargo, y tras la apelación de los equipos, los jueces de la competencia decidieron premiar a ambas por su enorme gesto de deportividad, asegurándoles un lugar en la final que se realizará este viernes.
La acción fue premiada por la organización, quienes resaltaron en Twitter que "en los Juegos Olímpicos, no todo tiene que ver con ganar".
"Esta chica es el mismísimo espíritu olímpico", señaló Hamblin a la presa tras la hazaña, reconociendo que cuando recibió la ayuda de D'Agostino pensó que "sí, tiene razón. Estos son los Juegos Olímpicos, tenemos que terminar la carrera".
