NUEVA YORK.- El suizo Stanislas Wawrinka se coronó este domingo como el nuevo monarca del US Open, luego de derrotar en una apasionante final al serbio Novak Djokovic.
Número tres del mundo, el helvético se impuso por 6-7 (1), 6-4, 7-5 y 6-3 en tres horas y 54 minutos de juego, para alzar su tercer título de Grand Slam después de ganar el Abierto de Australia en 2014 y Roland Garros en 2015.
El sorprendente Wawrinka volvió así a frustrar en una final importante a Djokovic, tal como lo hizo en la definición del Abierto de Francia el año pasado. Además, logró su undécimo triunfo consecutivo en una final y alzó el decimoquinto título de su carrera.
Hasta hace pocos años considerado un jugador talentoso pero inestable, Wawrinka ratificó la impresionante evolución lograda en una fase avanzada de su carrera y ya posee en sus vitrinas tres de los cuatro títulos grandes del circuito, además de un oro olímpico en dobles en Pekín 2008 y la Copa Davis.
Ubicado siempre a la sombra de su compatriota Roger Federer, el tenista suizo del momento es desde hace un tiempo el nacido hace 31 años en Lausana.
Djokovic, en cambio, no pudo alzar su decimotercer título de Grand Slam y el tercero en el US Open, donde defendía la corona. El número uno del mundo, que había llegado a la final favorecido por la lesión de tres de sus seis rivales, continúa atravesando una fase irregular de la temporada.
Tras lograr el ansiado título en Roland Garros, último Grand Slam que faltaba en sus vitrinas, el balcánico quedó rápidamente eliminado en Wimbledon y en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Y en el US Open, al que llegó con algunos problemas físicos en la muñeca y el codo, estuvo lejos de su mejor versión, más allá de su acceso a la final.
El serbio terminó el partido de hoy agotado y deshilachado, pidiendo varias veces la atención del trainer y cojeando pese a que tuvo un camino mucho más cómodo hacia la final que su rival.
La imagen contraria era el indestructible Wawrinka, fortalecido después de todos los obstáculos que debió superar en el torneo, incluyendo un partido de tercera ante el británico Daniel Evans en el que salvó un match point.
Partidazo en Nueva York
Y eso que el encuentro, varias horas atrás, había comenzado a pedir de Djokovic. El serbio salió decidido a no dejar pegar cómodo al suizo y no permitirle mandar con su temible revés y su sólido y potente juego de fondo, y quebró de entrada para adelantarse 3-0.
Errático, Wawrinka no conseguía encontrar el ritmo en sus golpes y el número uno del mundo se adelantó 5-2. Pudo haber liquidado antes el set Djokovic, pero no aprovechó sus oportunidades, incluyendo dos set points con el servicio del suizo, y permitió la recuperación de su rival al cometer una doble falta cuando sacaba 4-5.
Wawrinka forzó el tie-break, pero allí Djokovic volvió a prevalecer para llevarse el primer capítulo. Pese a la ventaja de Djokovic en el marcador, el suizo fue encontrando sus mejores sensaciones mientras el serbio se retrasaba cada vez más en la pista y cedía la iniciativa a Wawrinka.
Inseguro, el serbio lucía lejos de la versión que lo hizo arrasar en el circuito en las últimas temporadas y se parecía cada vez más al jugador terrenal de los meses recientes.
Wawrinka quebró para 3-1 con un espectacular revés paralelo, pero Djokovic se recuperó y volvió a igualar las acciones. Sin embargo, cuando servía 4-5 cedió su saque con un error y todo volvía a estar como al inicio.
Con el impulso del set anterior, Wawrinka arrancó quebrando al serbio en el tercer capítulo y se adelantó 3-0. Sin embargo, al igual que en el parcial anterior, el serbio se recuperó e igualó las acciones.
El partido corría ya por un margen muy estrecho, mientras el sol caía sobre los rascacielos de Nueva York y Boris Becker, el entrenador del número uno, miraba cada vez más tenso.
Y la definición fue la misma que en el segundo set: Djokovic tambaleó con su servicio y cedió el parcial con una bola ancha cuando sacaba 5-6.
El suizo, entonces, se señaló la cabeza con el dedo, una imagen repetida a lo largo del torneo: la presa estaba en sus manos. Wawrinka, convertido en un jugador mucho más fuerte mentalmente que en el inicio de su carrera, no la dejó escapar.
Ante un Djokovic que comenzó a mostrar problemas físicos, se adelantó rápidamente y no soltó su ventaja en el cuarto set. Ni siquiera se dejó desconcentrar por la atención médica que pidió Djokovic cuando perdía 3-1 por un problema en las uñas y que motivó la queja del suizo.
El nuevo Wawrinka parece un jugador capaz de todo y lo ratificó en Nueva York, donde volvió a dar un golpe que sacude al mundo del tenis.