El volante chileno del Bayern Munich Arturo Vidal.
EFE
BERLÍN.- Tras un arrollador comienzo de temporada con ocho victorias consecutivas, el Bayern Munich del volante chileno Arturo Vidal lleva tres partidos sin ganar y ya se ha habla de una "minicrisis" en Alemania, aunque en el club nadie quiere usar esa palabra y no se admiten críticas al entrenador Carlo Ancelotti.
Todo empezó con el 1-0 en el Vicente Calderón contra el Atlético de Madrid, por el Grupo D de la Liga de Campeones. El partido, no sólo por el resultado, dejó un mal sabor de boca, pero nadie olvidaba que en su última visita al Calderón el Bayern también había salido mal librado, todavía con el técnico Josep Guardiola.
Luego siguieron los empates contra el Colonia, 1-1 en casa, y contra el Eintracht Frankfurt, 2-2 a domicilio y en superioridad numérica. Tras estos resultados comenzó la búsqueda de razones de lo que se ve como una mala racha.
"No hay que hablar de minicrisis, no hay que dramatizar, pero las estadísticas no mienten y llevamos tres partidos sin ganar", dijo el holandés Arjen Robben luego del empate contra el Eintracht.
Durante la era Guardiola, muchos veían con reservas la hiperactividad que el catalán mostraba siempre en la línea y hubo quien dijo que si necesitaba dar tantas instrucciones en pleno partido era porque no estaba muy convencido de haber hecho bien su trabajo durante la semana.
Ahora, Ancelotti es todo lo contrario: se mantiene casi impasible en la línea y asegura que, una vez suena el pitido inicial, es poco lo que él puede hacer.
Nadie sabe si Guardiola hubiese podido evitar esos dos empates gesticulando desde la raya, pero sí es claro que a estas alturas de la temporada el Bayern del catalán nunca había pasado por una racha de tres partidos sin ganar, así que ya empiezan las comparaciones.
Está claro que el Bayern entró en una fase de relajamiento, tras años de estrés permanente que empezaron con la llegada de Louis van Gaal.
Aunque Jupp Heynckes, en los dos años que estuvo, trajo cierta serenidad, el desafío que planteó durante dos temporadas el Borussia Dortmund hizo que el estrés continuara -eran los jugadores los que salían al campo como si tuvieran un cuchillo entre los dientes- y la calma sólo llegó con el triplete en 2013.
Llegó o hubiera podido llegar, porque también llegó Guardiola con su obsesión por la perfección, que no dejaba tiempo para relajamientos.
Los frutos -tres Bundesligas, con lo que se completaron cuatro seguidas, lo que nunca antes se había logrado- y dos Copas de Alemania- fueron más que aceptables, aunque quedó la espina de no haber podido lograr la Champions League.
Los críticos de Guardiola -que existen- sostienen que una razón era que el equipo llegaba psíquica y físicamente agotado a final de temporada.
En ese sentido, pueden verse ciertas fases de relajación como algo que al final puede dar frutos positivos. En un análisis publicado hoy en el "Süddeutsche Zeitung", se recuerda que una de las virtudes de Ancelotti es el olfato que tiene para captar el ritmo interior de un equipo.
Ahora se trata de soportar la tempestad y de que el equipo recupere la intensidad y para ello no hay mucho tiempo: el miércoles el Bayern Munich le tiene que ganar al PSV Eindhoven en la Liga de Campeones. Con ello, el pase a octavos de final quedaría muy cerca.