Celebraron con todo el título.
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SANTIAGO.- Pitazo final y la fiesta se desataba en el Estadio Nacional. Colo Colo era campeón de la Copa Chile luego de golear 4-0 a Everton y de paso se clasificaba a la Copa Libertadores.
La alegría era total en el plantel albo. Los jugadores dieron rienda suelta a los festejos. Las camisetas volaron rápidamente y los festejos en el lado norte se tomaban la celebración.
Al grito de albo campeón, la mayoría del plantel se trasladó para cantar junto a la hinchada presente para luego comenzar con un emotivo festejo junto a sus familias.
Los jugadores fueron haciendo pasar a sus hijos, esposas o pololas a la cancha para compartir con ellas. Una de las familias más numerosas fue la del portero Paulo Garcés, mientras que Gonzalo Fierro emocionó con fuerte y largo abrazo con su hijo.
Lo que se vivió fue absolutamente familiar. Todo era alegría, incluso, entre gritos y cánticos, los futbolistas llevaron a sus hijos hacia la tarima de premiación para que compartieran junto a ellos la entrega de la copa.
Y entre tantas emociones se vivió un emotivo momento cuando Michael Ríos se sumó a los festejos pese a estar lesionado y a llegar con muletas hasta el centro de las canchas. El volante se ganó los aplausos de todos por su esfuerzo para estar presente.
Luego de la premiación, los jugadores siguieron con la alocada celebración durante la vuelta olímpica, una que tuvo. Esteban Paredes como el emblema y el encargado de llevar la copa a cada rincón del estadio.
El ariete incluso le pasó el trofeo a algunos hinchas, que llegaron al borde de la cancha, para que la tocaran y se sacaran fotos con ella. El goleador quería que todos fueran parte de los festejos.
Luego de una larga y emocionante celebración, poco a pocos los futbolistas fueron dejando la cancha para seguir celebrando en el camarín y más tarde íntimamente junto a sus familias.
A esa altura, al menos en el Nacional, la fiesta del campeón ya había terminado...
