Méndez se casó en Chile y tiene un hijo de 2 años y seis meses.
COCH
SANTIAGO.- El envión más importante de su vida puede recibir hoy el cubano Arley Méndez. Y todo está en manos de los diputados chilenos que discutirán el proyecto de ley para otorgarle la nacionalidad por gracia. Y si la votación posterior resulta positiva, se elevará el pedido al Senado, que tendrá la palabra final.
Este es el objetivo por el que tanto ha luchado, por el que hace cuatro años llegó a desafiar a las autoridades de su país y a dejar atrás a su familia.
Todo comenzó el 2013 en el marco de los Juegos Panamericanos juveniles de su especialidad que se disputaron en Santiago. Méndez viajó junto al resto de la delegación cubana. Pero sin pasaje de regreso. Ya sabía que se arrancaría, que no volvería más.
"Allá en Cuba ya tenía tomada la decisión. Obviamente no pude decirles nada a mis padres ya que era muy peligroso que se supiera. Me contacté con un amigo que tengo acá y él me pasó a buscar en un taxi al hotel. Nunca más supieron de mí, ni la pareja que tenía", relata Méndez a Emol mientras viaja rumbo a Valparaíso para saber su suerte.
El pesista recuerda cómo era su vida en la isla. "Mi familia es humilde. Pese a que yo conseguía muchos resultados deportivos la ayuda no llegaba. Uno ve que se cierran las puertas y no vale la pena, ahí fue cuando uno dice '¿qué estoy haciendo acá?'".
Chile no fue el único que le ofreció asilo. Perú también apareció en su horizonte, pero el joven de 23 años no lo dudó. Y desde que se radicó que las autoridades deportivas, tales como el Comité Olímpico de Chile y la Federación de Halterofilia lo han asistido.
"Ya soy un chileno más, eso es lo más importante que deben entender los parlamentarios. Me casé y tengo un hijo que son chilenos. Además, soy un deportista de alto nivel, puedo darle éxitos y triunfos a este hermoso país. Me tengo fe. Sé que si entreno a full puedo pelear y darle a Chile medallas olímpicas". Esos son los argumentos que considera que son vitales a la hora de que en el Congreso se tome la decisión.
Sin embargo, y pese a toda la alegría que siente por considerarse un chileno más, no oculta la pena por no poder ver a sus padres y hermanos.
"Lamentablemente los deportistas y otros profesionales que desertamos de Cuba no podemos volver en ocho años. Es una disposición que nos imposibilita a todos. Y ellos tampoco pueden viajar para acá, ya sea porque no los dejan como porque tampoco tienen los recursos. Imagínate, conocen a mi hijo sólo por fotografías. Mi sueño es que todo esto termine e ir a verlos y por qué no traérmelos para acá", se ilusiona Méndez.
