Dardos de uno y otro lado.
Photosport
SANTIAGO.- Se sentenció el fracaso de la selección chilena y estalló el caos. La primera en lanzar la piedra fue Carla Pardo, la esposa de Claudio Bravo. Acusó que mientras algunos jugadores se "rompían el culo, otros no podían ni entrenar de la borrachera".
Si bien no dio nombres, todos sabían a quién apuntaban sus dardos. Y todo fue reafirmado por su madre, Pilar Lizana, la suegra del capitán de la "Roja".
"Todo el mundo sabe que él llegaba 'curao' a las concentraciones", denunció en cuanto matinal la entrevistó ayer. Y específicamente sobre el incidente del Monticello, Lizana fue aún más clara. "A mí me lo contó un sobrino que trabaja allá. Yo me enteré que hubo una pelea, que Arturo (Vidal) estaba metido allá y que se había venido a las 7 de la mañana. Que había pagado para que borraran las cámaras de seguridad".
La respuesta desde el entorno del volante del Bayern Munich no se hizo esperar. "Bravo también participaba de actos de indisciplina y que ahora se cree un ejemplo de buenos valores", señalaron cercanos al jugador a El Mercurio.
Así está hoy la "Roja". Marcada por un clima tenso por el duro cruce de declaraciones de los cercanos de dos de los máximos referentes.