SAN JUAN DE MARCONA.- El Rally Dakar no sólo significa dureza, competencia y exigencia al máximo. La prueba más dura del mundo también da espacio para que los aficionados demuestren su pasión por los motores. El fanatismo de algunos llega a ser tan fuerte, que prácticamente ya forman parte de la tradición de la competencia.
Es lo que ocurre con Ginés Pulgar, un seguidor chileno que por estos días sigue la prueba en lo que ya es su noveno Dakar acompañando y apoyando a los pilotos nacionales. Año a año, el calerano cumple con este ritual a bordo de su gran joyita: Una camioneta Ford del año 50.
Con ella, el calerano acumula más de 72 mil kilómetros recorriendo Sudamérica. Durante todas esas ocasiones, Pulgar siempre merodeó los campamentos, pero nunca pudo entrar a ese exclusivo sector donde se ubican los pilotos y toda la logística de Dakar. Eso hasta ayer, cuando lo invitaron a ingresar algunos delegados de la prueba.
"La verdad es que estoy gratamente sorprendido. Nunca había rogado entrar, porque entiendo que los pilotos y la gente que trabaja en el Dakar deben tener seguridad", expresó en medio de toda una revolución que generó la presencia de su vehículo en el campamento.
Pilotos, gente de la organización, periodistas y funcionarios se acercaron a fotografiarse con la coqueta Ford morada que destaca por sus banderas chilenas. La presencia de su antiguo auto no dejó a nadie indiferente. Un furor del que tampoco quedó fuera el motociclista Pablo Quintanilla, quien invitó a Pulgar a su motorhome, donde el nacional le regaló una polera y sus guantes de carrera.
"Quedó la escoba acá en el campamento. Ahora no sé que va a decir don Etienne (Lavigne, director del Dakar), quien no autorizó que me dejaran entrar. Ahora sigo camino a Arequipa más contento que la 'cresta'", aseguró entre risas este tuerca de tomo y lomo.
Una muestra del gran corazón de este chileno, que al igual que los siete nacionales que quedan en competencia, quiere llegar hasta el final de la competencia en la ciudad de Córdoba.