SANTIAGO.-
John Obi Mikel vivió un verdadero drama en medio del Mundial. El martes 26 de junio con su selección de Nigeria enfrentaron a Argentina por la fase de grupos. Un duelo de vida o muerte. Finalmente ganaron los trasandinos por 2-1.
Pero eso no era lo que más le preocupaba al volante del Tianjin TEDA de China. Y es que sólo horas antes del compromiso recibió un llamado que lo dejó desconcertado.
"
Recibí una llamada cuatro horas antes del inicio para contarme qué había pasado, que mi padre estaba secuestrado. Me dijeron que matarían instantáneamente a mi padre si informaba a las autoridades o se lo contaba a alguien", reveló el africano al The Guardian.
Pese a esto, Mikel acató las órdenes y no quiso decirle a su técnico. "Sólo un círculo muy reducido de mis amigos lo sabía. Tampoco quería discutirlo con el entrenador Gernot Rohr porque no quería que mi problema se convirtiera en una distracción para él o para el resto del equipo antes de un partido tan importante.
Por mucho que quisiera discutirlo con el entrenador, no pude".
Agrega que "
jugué mientras mi padre estaba en manos de bandidos. Tuve que suprimir el trauma. Estaba emocionalmente angustiado y tuve que tomar una decisión sobre si estaba mentalmente listo para jugar. Estaba confundido. No sabía qué hacer pero, al final, supe que
no podía dejar 'tirados' a 180 millones de nigerianos. Tuve que apartarlo de mi cabeza e ir a representar a mi país primero".
Pasaron los días y todo se normalizó. "Mi padre fue liberado de manera segura el lunes por la tarde. Agradezco a las autoridades policiales sus esfuerzos por el rescate y el apoyo que he recibido de amigos y familiares. Desafortunadamente, mi padre ahora está en el hospital recibiendo tratamiento de emergencia como resultado de la tortura que recibió durante su captura", sentenció.