Ferreyros ahora maneja Uber en Santiago.
Archivo personal.
SANTIAGO.- "Buenos días, espero que disfrute su viaje". Así de amable saluda Fernando Ferreyros, conductor de las aplicaciones Beat y Uber. Al poco andar, y entablando una conversación, se le nota su acento extranjero.
"Sí, soy peruano. Llevo 25 años acá en Chile y desde el 2016 trabajo como chofer", explica. Puede ser el relato de uno más de los miles de extranjeros que llegan al país buscando "mejores oportunidades laborales y de vida". Pero él es uno muy especial.
"Yo hice historia en el deporte de Perú. Soy el primer judoca en clasificar a un Juego Olímpico. Fue en el de Los Ángeles 1984". Sin que se diera cuenta busco en mi celular, pongo su nombre y sí. Aparecen sus fotografías y un video de Youtube. "Aparezco hasta en Wikipedia", se ríe cuando le revelo que no confiaba.
Ferreyros es alto, moreno, de voz ronca, pero amable. Y buen conversador. Su automóvil es amplio y él se preocupa que sus pasajeros viajen de la forma más cómoda.
El viaje más largo
Con algo más de confianza se suelta y relata parte de su historia. Tenía 15 años cuando comenzó a practicar judo en Lima. Pasó de un club a entrenar en la federación. Y su nivel era bueno.
Tanto así que fue seleccionado para representar a Perú en el Panamericano de Ciudad de México en mayo del 84."Nos dijeron, el que consigue medalla, va a los Juegos Olímpicos. Era un sueño para todos.
Y salí tercero, gane la de bronce en la categoría de -95 kilos. Ahí hice historia", cuenta orgulloso.
Incluso, pudo haber ido a los de Moscú en 1980, donde estaba clasificado. "Pero el judo no estuvo, como hubo un boicot, así que estuve que esperar cuatro años más".
Sin embargo, en Los Ángeles el resultado no fue el mejor.
Perdió en su primer combate contra Isidore Silas, representante de Camerún. Claro que la pelea fue "desigual". "La federación peruana me perjudicó. Ellos querían que fuera uno de sus regalones a los JJ.OO., y como yo le gané,
me hicieron una mala jugada y me inscribieron en +95. Tuve que engordar y llegué a los 95.750, pero el africano pesaba 128".
Tras esto, Ferreyros dejó Perú y se fue a Alemania a estudiar Ingeniería Industrial. Siguió entrenando, se casó, pero en 1993 decidió venir a Chile.
"¿Está bien la calefacción?". "Si, muchas gracias. Cuénteme eso del viaje a Chile".
Fin del recorrido
Hoy tiene 57 años y los últimos 25 han sido en Santiago. Se vino con su esposa y acá tuvo dos hijos que poseen triple nacionalidad: chilena, alemana y peruana. "Nos vinimos porque buscábamos una mejor oportunidad laboral y de vida".
Con su título académico bajo el brazo encontró trabajo en la industria farmacéutica. Estuvo en un laboratorio alemán durante 10 años y luego la empresa fue vendida a chilenos y estuvo una década más.
"Me despidieron porque era muy caro, había una crisis".
Fue así como encontró la oportunidad en Beat y Uber. "Es la forma más rápida para ganar plata. Y se necesita. Me encanta el contacto con los pasajeros".
Pero no todo ha sido feliz.
El judoca se compró dos autos y ambos se los robaron. "En 5 meses sufrí tres asaltos, todos estilo portonazo. Encerronas, se cruzan en otro auto y se bajan tipos con pistola en mano. Nada que hacer".
El llegar a Chile no mató su pasión por el judo. De hecho, entrenó en el Club de Carabineros, en el del Banco Chile y actualmente en el de la Pontificia Universidad Católica en San Joaquín.
Es sexto Dan, cinturón rojo y blanco. Y es por eso que cree que a este deporte acá "le falta camino por recorrer, pero va en la dirección correcta".
El recorrido llega a su fin. "¿Está bien su tarifa?"...
Su pelea en Los Ángeles
