La Copa Davis podría tener nuevo formato.
Héctor Flores, El Mercurio
PARÍS.- Partidarios de un torneo más corto, menos obligatorio y más lucrativo, contra defensores de un formato centenario pero rechazado por las estrellas. La gran reforma de la Copa Davis, que divide radicalmente al mundo del tenis, se somete a voto este jueves en Orlando (Florida).
Dos bandos se enfrentan respecto al proyecto de la Federación Internacional de Tenis (ITF), que busca una profunda reforma de la mítica competición internacional creada en 1990.
La propuesta entierra el formato habitual repartido en cuatro fines de semana de tres días, y en su lugar celebrar una fase final más corta reuniendo a 18 equipos, disputada durante una semana de noviembre, para cerrar la temporada.
¿La ventaja de jugar como local con el apoyo del público? Desaparece. La competición se centraliza en territorio neutral.
¿Los enfrentamientos dantescos resueltos en el quinto set del quinto partido? También formarán parte del pasado con la nueva fórmula, que prevé duelos de tres partidos - dos individuales y uno de dobles - disputados al mejor de tres sets.
Lógica "deportiva y económica"
En una entrevista con la agencia AFP, el presidente de la ITF David Haggerty quiso ser "optimista" respecto a la adopción de la reforma: "Muchos países, no solo de Europa sino de todo el mundo, apoyan la reforma", aseguró.
Ese es el caso de la federación francesa (FFT), una de las cinco entidades que más pesan en el escrutinio, con Australia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Alemania.
"Por una parte, está la pasión un poco patriota, y por la otra un análisis racional fundado en criterios deportivos y económicos", afirma su presidente Bernard Giudicelli.
El criterio financiero, precisamente, es un argumento de peso para la ITF. La estancia firmó un jugoso acuerdo con el grupo de inversión Kosmos: en torno a 2.500 millones de euros en 25 años, 17 millones de euros garantizados para los jugadores, y todavía más para las federaciones.
Deportivamente, el formato condensado en una semana busca seducir a los grandes nombres del tenis, quien tienen tendencia a renunciar al evento una vez que lo han ganado.
El exnúmero 1 del mundo Novak Djokovic se ha posicionado juzgando el nuevo proyecto como "fantástico" en la primavera, reiterando su apoyo la pasada semana. La exestrella americana Andy Roddick y la exgloria alemana Boris Becker también son favorables. Roger Federer reconoció que "la Copa Davis tiene que hacer algo", sin opinar más sobre la propuesta en cuestión.
Estas voces, así como las de los tres torneos de Grand Slam: Roland-Garros, Wimbledon y el US Open, han respaldado el proyecto. El Abierto de Australia no lo hizo.
Una "transacción financiera"
Porque es en Australia donde los detractores son los más virulentos. La Federación es de hecho socia de la ATP - organizadora del circuito profesional masculino - para la celebración de su World Team Cup, una competición por equipos jugada en enero al amanecer de la temporada, y cuyo regreso a partir de 2020 se anunció a principios de julio.
No es de extrañar, por lo tanto, que la Federación australiana (Tennis Australia) se esté alzando contra la nueva Copa Davis, que seguramente entraría en competencia con la Copa del mundo que quiere la ATP.
La fórmula propuesta "arrebata a la Copa Davis todo lo que la ha hecho ser un evento único y especial", lamenta la estancia en una carta dirigida a la ITF.
"A esto no se le puede llamar la Copa Davis. (...) Es una transacción financiera", esgrime Lleyton Hewitt, exnúmero 1 del mundo.
"Los partidos que he jugado para Australia, tanto en casa como fuera, están entre mis recuerdos tenísticos más hermosos", agrega la leyenda Rod Laver.
En Francia, los vigentes campeones de esta competición también son escépticos. "No podemos considerar jugar la Copa Davis a finales de noviembre, tres semanas después de la conclusión de la temporada. De lo contrario, no tendremos un período de descanso", se queja Lucas Pouille. "Han vendido el alma de una prueba histórica", denuncia el seleccionador Yannick Noah.
Las 144 federaciones nacionales con derecho a voto deben ahora decidir. Se requiere una mayoría de dos tercios del sufragio para la adopción del proyecto.