SANTIAGO.- El pasado 6 de abril, en el Maratón de Santiago 2019, dos keniatas se robaron las miradas en los 42 kilómetros. Jacob Kibet Chulyo y Gladys Jepkemoi se alzaron como los más veloces de la prueba, acaparando los flashes y la atención generalizada.
Pero lejos de las luces y los reconocimientos, estaban César Díaz y Johanna Rivas: Los mejores atletas chilenos de la categoría.
Díaz, quien marcó 2 horas 31 minutos y fue el sexto en la clasificación general, y Rivas, quien hizo 2 horas y 51 minutos y quedó en la cuarta posición, fueron los nacionales de mejor rendimiento.
Ambos conversaron con Emol, contaron sus sensaciones acerca de la carrera, cómo se iniciaron en el running, a qué se dedican y sus pasiones fuera de las pistas.
César Díaz, profesor de educación física, 30 años
César Díaz tiene 30 años y este Maratón de Santiago fue su tercera vez. Según él, la más "dura de todas". El calor y el cambio de hora lo perjudicaron. "Todos hicieron de 5 a 10 minutos más de su mejor marca", lanza. Sin embargo, y a pesar de que no lo dice explícitamente, está feliz de ser el mejor chileno en los 42K.
El oriundo de Maipú tiene que retroceder un largo camino para contar cómo fueron sus inicios en el running. Debe remontarse a la época escolar, cuando salía por las tardes del Excélsior, colegio ubicado en República.
"Cuando chico, mi papá me llevaba después de clases en las tardes a trotar, pero muy poco, 1 o 2 kilómetros. Los fines de semana igual y luego jugábamos a la pelota en un cerro en Maipú", cuenta con algo de nostalgia.
Pero no fue hasta su enseñanza universitaria que entró de lleno en el atletismo. Los tres años que duró estudiando Química en la Universidad Católica antes de cambiarse a Educación Física en la UMCE le bastaron.
"Cuando entré a la UC tomé un ramo de preparación física y ahí conocí a mi primer entrenador, Mauricio Pavez. Él me convenció de meterme a la selección de cross country de la ‘cato’. Después me fui a la selección de atletismo. Luego, me fui a entrenar al Estadio Nacional con un entrenador de la Universidad de Chile, Mario Rodríguez, y con él empecé a correr 5 mil y 10 mil y después seguí corriendo hasta la actualidad. En la Universidad sufrí el cambio", explica.
Claro, porque lo que le gustaba a Díaz era el fútbol. Reconoce que el balompié era su actividad favorita. Defendió con orgullo las camisetas de su colegio, del club de barrio y de la Universidad. "Jugaba de lateral o volante. A veces de central por mi salto", expresa con una cuota más de nostalgia.
Y es que hace un tiempo, tuvo que "colgar los botines". "Para prevenir las lesiones me recomendaron dejarlo", dice.
Díaz, fanático de la U, reconoce que antes iba mucho al estadio, pero ya no. El profesor de educación física del colegio Santa Cruz de Chicureo explica esto ya que "tengo torneos escolares siempre los sábados y los domingos intento descansar".
Pero además, uno de los entrenadores del club de running "Run Club", cuenta con entusiasmo algunas de sus pasiones fuera de las pistas. "Un pasatiempo distinto al deporte puede ser mezclar música, mezclaba canciones como dj, de repente tocaba en algún evento. Soy bueno para el dibujo también y pinto. Aparte me encanta cocinar: Cocino galletas, kuchen, pie, queques, me gustan las cosas dulces".
El atleta, ahora se preparará para el único desafío que, de momento, le resta de este año. El Maratón de Chicago en octubre próximo será la nueva prueba de fuego para Díaz, el chileno más veloz en Santiago
Johanna Rivas, preparadora física, 34 años
Nacida, criada y educada en el campo, Johanna Rivas cuenta con orgullo de donde son sus raíces. De la localidad de Mortandad, 25K al este de Los Ángeles, la atleta chilena aterrizó en la capital la semana del 1 de abril y el domingo 6 se alzó como nacional más rápida en los 42K del Maratón de Santiago.
Eso sí, Rivas admite que no fue hasta hace 4 años que empezó a hacer running de una forma más profesional, de alto rendimiento. Siempre estuvo ligada al deporte, de hecho, es preparadora física de la Univesidad Santo Tomás, pero las carreras no aparecieron en su vida hasta que tuvo 30.
"Me crié en el campo y lo jugaba allá era fútbol. El atletismo no se conocía mucho, menos en el campo. Empecé a practicar atletismo como a los 30 años, porque una vez corrí el Maratón de Santiago ‘así con el vuelo’, no entrené ni nada, e hice 3 horas 13 minutos", cuenta con orgullo.
En ese momento hizo ‘click’. En ese momento, se dio cuenta de que tenía condiciones. En 2015, corrió el Maratón de Puerto Varas y fue primera. "De ahí en adelante que me dediqué a correr 42K porque es mi prueba favorita, me gusta la distancia, es un desafío, una experiencia muy bonita para mí".
No obstante, fue en 2016 cuando rozó la hazaña. Lo relata con cierta dosis de amargura.
"En 2016 corrí la Mita (Maratón Internacional de Temuco Araucanía) e hice 2 horas 47 minutos. Me faltó poquito para hacer la marca para los Juegos Olímpicos para Río de Janeiro. Para esos Juegos, pedían 2 horas 45’, las marcas no eran inalcanzables como lo son ahora. Me pasé por dos minutos", profundiza.
Sobre una pasión que no sea el atletismo, la sureña no tiene dudas. El fútbol. "Antes jugaba fútbol, pero son deportes no se recomienda mezclarlos, el fútbol te lesiona, es de impacto. El profe me recomendó que me dedicara a correr porque el fútbol te perjudica, pero me gusta. Hace tiempo que no juego, corro en las tardes y en las mañanas y no me queda tiempo", relata la hincha de la U.
Actualmente, Rivas se desempeña como preparadora física en Los Ángeles, su querida ciudad. Trabaja de forma independiente y ayuda a gente con sus programas de entrenamiento. Divide su tiempo para cuidar a su sobrino y padre. "Estoy entre el campo y la ciudad", cuenta con orgullo.
La atleta, volante de creación en su pasado futbolero, tiene fijadas sus metas. En mayo, irá a los Juegos Deportivos Nacionales donde correrá 10K para luego preparar el Maratón de Puerto Varas, carrera que va desde que empezó en el atletismo. Después, la esperan los 42K en Viña del Mar, donde se ilusiona con realizar una buena marca. Credenciales tiene.
