Era un duelo fundamental en las pretensiones de la Universidad de Chile de seguir con su objetivo de zafar del descenso. Al frente tenía a Colo Colo en su casa, el archirrival que venía prendido y que contaba, además, con el especial morbo del posible récord goleador de Esteban Paredes.
Y el guión de esta película se tiñó de blanco y negro.
El Cacique ganó agónicamente por 3-2 con un gol al último minuto de Julio Barroso. Los azules no lo podían creer.
Algunos jugadores quedaron tendidos en el césped. No lo podían creer. Solo quedaban algunos segundos para la finalización del compromiso y los laicos conseguían un valioso empate en el coloso de Macul. Pero no fue así.
La imagen era triste. Los futbolistas universitarios abandonaron la cancha del Monumental con la cabeza gacha y directo a los camarines. El gol de Barroso retumbaba en sus cabezas.
Una vez en zona mixta para atender a la prensa, los jugadores azules comenzaron a pasar. Miradas hacia abajo, tristeza y silencio absoluto. Pasaron Matías Rodríguez, Fernando De Paul, Johnny Herrera, Osvaldo González, Ángelo Henríquez, entre otros. Ninguno habló.
El que sí paró para dar la cara y explicar la derrota fue Jean Beausejour. El ex seleccionado nacional enfrentó las cámaras.
"Hay hartos adjetivos (para definir la caída), nos tiene que durar hasta el lunes en el entrenamiento, porque ahí hay que pensar en nuestro próximo objetivo que es Copa Chile ante Cobresal y los proximos en casa, por más doloroso que sea esta derrota nos tiene que durar hasta mañana".
Además, tras ser consultado si esta era una de las derrotas más dolorosas en la historia del club, fue escueto y respondió con un tajante "No".
Por su parte, el gerente deportivo Rodrigo Goldberg tampoco habló. Su cara lo decía todo, al igual que la de José Luis Navarrete, presidente de la concesionaria Azul Azul.
Finalmente, la U dejó el Monumental con dolor. Con dolor por no cortar una racha que ahora asciende a 19 años ante el archirrival en Pedrero y con el pesar de ser la víctima con la que Esteban Paredes se convirtió en el máximo anotador de Primera División con 216 tantos.