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"Recuerdo que siempre tenía hambre, miedo": La dura infancia de Simone Biles, la gimnasta más ganadora de la historia

La estadounidense viene de brillar en el Mundial de Sttutgart. Su madre era una adicta a las drogas y vivía en el abandono. Junto a su hermana, fue adoptada por su abuelo. En ese momento, su historia cambió para siempre.

14 de Octubre de 2019 | 23:04 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Simone Biles es la gran estrella de la gimnasia actualmente.

EFE
Con solo 22 años, Simone Biles puede presumir que es la mejor gimnasta de la historia. Los títulos la avalan. Ya sea en suelo o en los aparatos, ejecuta sus movimientos con alma de artista y precisión matemática.


En el Mundial de Sttutgart, acaba de romper un récord de escándalo. Llegó a 25 medallas, 19 de ellas de oro, y superó a Vitaly Scherbo como el gimnasta con más preseas en una cita mundialista. Por si eso no fuera poco, patentó dos ejercicios con su nombre debido a la extrema dificultad que tenían. Éxito. Fama. Elogios a raudales. Sin embargo, el fulgor del presente contrasta con un pasado difícil.

"Todos los retos de mi infancia me han convertido en la mujer que soy ahora", expresó la estadounidense en su autobiografía.
Nació en medio de una familia disfuncional en Columbus (Ohio). Nunca conoció a su padre biológico y su madre, Shanon, era adicta al alcohol y las drogas. "Recuerdo que siempre tenía hambre, miedo", comentó. Cuando tenía tres años, ella y su hermana Adria fueron adoptadas por su abuelo materno, Roland, y la segunda esposa de este, Nellie.

"Cuando era más pequeña me preguntaba qué habría sido de mi vida si no hubiese pasado nada de esto. A veces todavía me pregunto si mi madre biológica se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero evito plantearme estas preguntas porque no soy yo la que tiene que responderlas", ha dicho.

Con el paso del tiempo, su mamá ha intentado volver a tejer un vínculo. Le escribe para sus cumpleaños, para navidad y antes de las competencias importantes. Al principio, no dejaban que viera a sus hijas.

"Era testaruda, no me importaba, gritaba: 'Quiero ver a mis hijas, ¿por qué me haces esto?' No lo entendí en ese momento, pero años después sí. Tuve que tratar conmigo primero", contó Shanon en conversación con el Daily Mail.

"Mis abuelos me salvaron". Para Biles, Roland y Nellie son sus padres. Con ellos su vida poco a poco se empezó a colorear.


A los seis años, y durante un viaje escolar, sus profesores descubrieron que tenía aptitudes innatas para la gimnasia. Fuerza, elasticidad y arrojo. Poco después conoció a la entrenadora Aimee Boorman, su "segunda madre", y creció exponencialmente.

Bajo su exigente y preocupada mirada, Biles fue campeona del mundo con 16 años, en 2013. En los Juegos Olímpicos de Río demostró que no fue suerte. Conquistó cuatro oros y un bronce. La comparación con la legendaria Nadia Comaneci no se hizo esperar.

El mundo estaba a sus pies, pero en 2018 reveló un secreto que la carcomía hace tiempo. Fue una de las muchas gimnastas que sufrieron agresiones sexuales del médico Larry Nassar en el equipo nacional de Estados Unidos. Salió con mucha entereza a denunciar a la Federación.

"No es fácil regresar a un deporte, a una organización que te había dejado tirada. Esta experiencia horrible no me define. Soy mucho más que eso. Soy única, inteligente, talentosa, motivada y apasionada. Me prometí que mi historia sería mucho más grande que eso", afirmó.

Se levantó y cumplió su palabra. Tokio 2020 es su próximo desafío.

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