Brian Fernández en su último partido en Chile, precisamente en el Monumental.
El Mercurio
Desde que estuvo en La Calera el año pasado, Brian Fernández no ha ocultado que le gustaría jugar por Colo Colo. En estos últimos días, su deseo se ha intensificado. "Es uno de los clubes donde quisiera estar. Me encantaría estar con ellos, de compartir un torneo", afirmó.
El "Alacrán" viene de un semestre convulso. Tras jugar a gran nivel durante un año con el Necaxa, fue transferido al Portland Timbers de Estados Unidos por diez millones de dólares. Parecía que estaba en su apogeo, pero las drogas volverían a convertir su vida en un infierno. Ingresó voluntariamente al programa de control de sustancias de la MLS. Finalmente, le rescindieron el contrato.
Fernández estaba llamado a ser crack. Debutó con Defensa y Justicia y al poco tiempo lo compró Racing. La pobre infancia que vivió iba quedando atrás. Pero tras un debut auspicioso, viviría el primer gran problema de su carrera. En 2015, dio positivo en dos controles antidopaje y lo sancionaron con dos años sin jugar en el profesionalismo. Fue a un centro de rehabilitación en México y ha contado que sufrió mucho. Estuvo siete meses, solo, sin hablar prácticamente con nadie.
Volvió en enero de 2017 a la "Academia", pero el técnico Diego Cocca lo marginó del plantel por problemas de indisciplina y por ausentarse de varios entrenamientos sin justificación. Ante ese escenario, partió a Sarmiento de Junín y allí volvió a sentirse futbolista. En cinco partidos, hizo tres goles.
"Consumí, me jugó una mala pasada, me sacó del fútbol un año y medio. Lastimé a muchas personas, a mi mamá, a mí mismo. Son obstáculos que tengo que pasar. Es una pelea día a día. Tengo millones de 'amigos', pero esos son 'amigos' del campeón. Mis amigos de verdad no quieren que esté en el barrio [en el que comenzó a drogarse], me llevan para otro lado", declaró el futbolista de solo 25 años a La Nación.
De Sarmiento pasó al Metz de Francia, pero no encontró regularidad. Vino a parar a Chile. Unión La Calera le abrió las puertas y en seis meses se exhibió como un delantero con gambeta, desparpajo y gol. Necaxa se lo llevó a México.
"La droga te arruina, te deja sin vida. La pelota cura heridas. Me hacen controles todas las semanas. No me molesta, es más, me gusta demostrar que estoy bien", dijo estando en el cuadro electricista.
Sin embargo, en Estados Unidos volvieron a acecharlo los fantasmas del pasado. "La verdad es que ando pasando unos malos momentos en lo que es mi vida personal. Y después, nada, pedí ayuda para no volver a recaer en ciertas cosas que me han pasado en la vida", manifestó.
Fernández, pese a todo, tiene ganas de levantarse, otra vez, y volver a pisarla para el delirio de la grada. Todavía tiene el tiempo a su favor.
