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"Me gusta la juerga y soy un muy mal profesional": La historia de "Mágico" González, el genio al que envidiaba Maradona

El crack salvadoreño decía que quería gastarse todo su dinero y trabajar de taxista cuando se retirara.

24 de Junio de 2020 | 22:14 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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"Yo no pienso, yo tengo música en la cabeza", quizá esa sea la frase que mejor resume a Jorge "Mágico" González. El crack salvadoreño pudo haber hecho historia, dicen los que lo vieron jugar, pero sencillamente no quiso recorrer ese camino. Le gustaba mucho la vida como para tomarse en serio el fútbol. Hasta Diego Maradona le dedicó tremendos elogios y aseguró que le "envidiaba muchas cosas".


"La verdad que tuve la suerte de jugar con él en el Barcelona, y después ver los enganches que les pegaba a los españoles, era único. Si vos lo querías imitar no podías, nosotros queríamos imitarlo en los entrenamientos. '¿Viste el gol que hizo el Mágico, viste el enganche que hizo el Mágico? Y lo queríamos tirar el enganche y casi nos desgarrábamos todos", comentó el "Pelusa".

La exótica selección de El Salvador perdió todos los partidos en el Mundial de España 1982, incluso Hungría le endosó un deshonroso 10-1, pero en el elenco centroamericano destacó un volante flaco y con una media melena ondulada. Fue su presentación en sociedad.

Varios equipos se fijaron en él y parecía que el que tomaba ventaja era el Paris Saint Germain. Estaba todo acordado, pero "Mágico" se arrepintió a última hora y adujo que la capital francesa quedaba "muy lejos". El futbolista que había crecido durmiendo en el suelo y fumando marihuana desde niño rechaza una oferta millonaria.

El Cádiz logró dar en la tecla y convencer al genio inasible. No demoró en convertirse en un ídolo del equipo gaditano. Faltaba a los entrenamientos, se iba de fiesta todas las noches e incluso un entrenador le pagó a un grupo de flamenco para que lo fuera a despertar todas las mañanas. Sin embargo, todas esas indisciplinas se miraban con otro prisma cuando agarraba la pelota. Pases que rompían líneas, gambetas indescifrables, golazos antológicos.

Uno de sus mejores partidos lo jugó después de una juerga. El Cádiz enfrentaba al Barcelona por las semis de la Copa Carranza, pero no llegó a la hora convenida. Ganaba el blaugrana 3-0, pero hicieron entrar a González en el segundo tiempo. Metió dos goles y dio dos asistencias para dar vuelta el marcador.

"Reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme", expresó.

En 1984 se fue de gira con el Barcelona de Diego Maradona por Estados Unidos. Anduvo bien, incluso anotó un gol, pero el club catalán no lo quiso comprar. A Maradona se le ocurrió hacer una broma e hizo sonar la alarma de incendios en el hotel. Todos bajaron, menos González, que estaba con compañía en su habitación.

A su regreso a Cádiz, hubo cambio de técnico y ya no le aguantaban sus indisciplinas. Se fue desterrado a Valladolid. El conjunto pucelano quiso imponerle una estricta vigilancia, pero al futbolista no lo cazaba nadie. Se terminó aburriendo tras una sola temporada.

Volvió al Cadiz. Allí era feliz. Atalanta de Italia quiso ficharlo y él respondió que si allá no había pescado frito no le interesaba ir. Igualmente le hicieron una prueba en Bérgamo, pero jugó mal a propósito. En España estaban sus afectos. Despilfarraba su fortuna mes a mes y los compañeros de equipo, junto a sus esposas, organizaban salidas para que pudiera comer comida caliente al menos una vez.

Ese idilio con el Cádiz terminó cuando lo denunciaron por intento de violación. Decidió irse a El Salvador.

"Vengo de un país del que no tenemos dónde caernos muertos. Ahora tengo dinero en los bolsillos, mujeres, amigos y quiero disfrutar de la vida a tope. Mi máxima ilusión cuando cuelgue las botas es trabajar de taxista", afirmó cuando le preguntaron por qué no se ponía a entrenar, que podía llegar a uno de los mejores equipos del mundo. No le interesaba.

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