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Jürgen Klopp, el DT heavy metal al que rechazaron por su "aspecto desaliñado" y que rompió la maldición del Liverpool

El alemán fue un jugador con poco brillo y que trabajaba en una tienda de videos para poder subsistir.

26 de Junio de 2020 | 17:00 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Reuters
Jürgen Klopp se ha transformado en el nuevo ícono de Liverpool. El entrenador logró poner fin a la maldición de los "reds", que llevaban 30 años sin ganar títulos de liga. Lo hizo con un fútbol ofensivo, atronador e intenso. El estilo "heavy metal", como él mismo lo ha definido. Su carisma calzó perfecto en el club inglés. Seguramente tendrá una estatua en Anfield cuando pase el tiempo. Es locuaz, exuberante y destila pasión. No le basta solo con ganar, él también necesita sentir.


"Si los aficionados buscan emociones y todo lo que puedes darle es un fútbol de ajedrez, lo más seguro es que uno de los dos cambien de equipo", es su declaración de principios.

Klopp de niño quería ser médico, pero las notas no lo acompañaron. Decidió entonces dedicarse a su otra pasión: el fútbol. "Tenía una calidad técnica de quinta división y una mentalidad de primera. De ahí que el resultado fuera un jugador de segunda", comentó.

Jugó casi toda su carrera en el humilde Mainz. El sueldo no le permitía vivir de la pelota, así que trabajó en una tienda donde se alquilaban películas y también exigiendo los músculos descargando camiones.

Tras el retiro, se hizo cargo del equipo y consiguió una histórico ascenso a la Bundesliga. Lo que más se recuerda de esa etapa fue una inusual pretemporada que organizó. Se llevó al plantel a unas islas de Suecia. Al arribar, los jugadores pensaron que Klopp les estaba haciendo una broma. Solo había carpas para dormir. Tuvieron que trabajar en equipo para poder sobrevivir esas semanas. Cuando llegó el momento de competir, se comieron la cancha.

"Mi ayudante me decía si era idiota por pensar ese tipo de acciones, pero el grupo entendió la metáfora: si queríamos hacer una buena temporada con el Mainz en la Bundesliga nadie nos iba a regalar nada y tendríamos que encontrar soluciones a los problemas. Volvimos a casa creyéndonos Corazón Valiente (la película)", afirmó el excéntrico DT.

Se fue del Mainz luego de descender y no cumplir la promesa de subir a la temporada siguiente. Al marcharse, aseguró que nunca más se volvería a involucrar emocionalmente de esa manera con un equipo. No pudo, no es así.

Fue candidato a la banca del Hamburgo, pero la dirigencia lo descartó por su "aspecto desaliñado". Terminó recalando en el Borussia Dortmund. Allí vivió algo similar a lo de Liverpool. El cuadro aurinegro era un grande en decadencia y condenado a vivir bajo la sombra del todopoderoso Bayern Munich.

Klopp demostró tener gran ojo para fichar y desarrolló a un sinnúmero de talentos, como Robert Lewandowski, Ilkay Gündogan, Matt Hummels y Mario Götze. Ganó dos veces la Bundesliga, le dio un baile al Bayern en la Copa de Alemania y llegó a una final de Champions, en la que los bávaros se tomaron revancha.

Celebrando uno de los títulos con el Dortmund se fue de juerga con jugadores y dirigentes. Despertó borracho dentro de un camión y un garaje que no conocía. Tuvo que salir a hacer dedo a la carretera para regresar. Anécdotas como esa dan la idea de un tipo muy cercano a sus dirigidos, pero deja claras las jerarquías. "Mis jugadores creen ser mis amigos, pero yo no soy su amigo", declaró.

Al irse del Dortmund rechazó una oferta del Olympique de Marsella y recaló en el Liverpool. No pasó mucho tiempo para que el equipo mostrara una nueva identidad. Sin embargo, sufrió dos duros golpes. Perdió la Europa League ante el Sevilla y la Liga de Campeones contra el Real Madrid. Tras la derrota con los merengues, fue a tomar a un bar y lo grabaron: "Con todo lo que tengo, quiero ganar. Odio perder. Tuve que aprender a aceptar, pero sigo odiando".

Vaya forma de tomarse revancha. El año pasado ganó la Champions y se quedó a nada de la Premier. Esta temporada reventó la competencia en Inglaterra. Corrió solo y acabó con una mala racha que a los fanáticos les parecía eterna. No hay un hombre que sea tan adorado como él en Liverpool.
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