"Siempre le dije que nunca ganó nada. Que era un sobrevalorado. ¿Por qué? Quería mantener la llama en él". Tee Morant, un basquetbolista frustrado, quería que su hijo Ja se convirtiera en una estrella. Lo machacó para ello. Hoy el joven de 21 años es el novato del año en la NBA.
El base de Memphis superó al mediático Zion Williamson, que estuvo lesionado buena parte de la temporada, y sucede a Luka Doncic. Promedió 17.6 puntos y 6.9 asistencias por encuentro. "Este chico es súper especial.
Como dije justo cuando jugamos en Los Angeles, Memphis consiguió uno especial en él. El cielo es el límite para el muchacho", lo elogió LeBron James.
La de Morant parecía una historia improbable. Su padre constantemente grababa videos de sus mejores jugadas cuando estaba en el instituto, pero no llamaba la atención de los reclutadores universitarios. ¿La razón? Cuesta determinarlo, porque ya era excelente.
Un día se torció su suerte y lo descubrieron. James Kane, de la Universidad de Murray, viajó en 2016 a la Secundaria Spantaburg de Carolina del Sur. Le habían dicho que allí había varios prospectos para fichar, aunque el nombre de Morant no figuraba en su lista. Mientras esperaba en el gimnasio por un partido, se compró un paquete de papas fritas. Estando parado frente a la máquina de snacks, sintió el sonido de una pelota de basquet. Un grupo jugaba un improvisado 3x3 en una cancha de cemento.
Del grupo destacaba especialmente un jugador con extraordinario manejo del balón, de movimientos plásticos y extraordinaria capacidad atlética. Al día siguiente Kane volvió al gimnasio y lo vio jugar en un cinco contra cinco. Se convenció. Morant era la figura que necesitaba.
No demoró mucho en destacar en la NCAA. Tuvo un correcto primer año y explotó en el segundo.
Se convirtió en el primer jugador universitario en promediar al menos 20 puntos y 10 asistencias en una campaña.
"Venía de estar fuera del radar, podía sentarme en un lugar y nadie me conocía", contó la noche en que lo escogieron en el draft. Hoy está en boca de todos.
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