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Dio clases en una cárcel y vivió una extraña anécdota en Irán: Quién es el portero que deslumbra en la Primera B

El uruguayo Rodrigo Odriozola ha sido buena figura en Ñublense, líder del ascenso.

31 de Octubre de 2020 | 18:33 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Twitter Ñublense
Rodrigo Odriozola llevaba varios años siendo figura en el humilde Rampla Juniors. Incluso protagonizando campañas históricas. Hubo varias ofertas para salir de Uruguay. Primero a Belgrano de Argentina y luego estuvo muy cerca de firmar en Palestino. Cuenta que en diciembre estaba todo acordado con los árabes y que todavía no sabe por qué no se cerró la operación. Sin embargo, terminaría recalando en Chile, más al sur, en Ñublense.

Hoy brilla en el líder de la Primera B. Es el jugador con más minutos del cuadro chillanejo y una de las vallas menos batidas del torneo. Sus atajadas han sostenido la estantería en partidos difíciles y hasta atajó un penal "a lo Jens Lehmann", con la ayuda de un torpedo que le hicieron llegar desde el banco. Pero pese al buen momento deportivo, la distancia duele. A veces quisiera tomar el avión y volver a Uruguay.


"Muchas veces se me pasa por la cabeza regresar a Uruguay. Extraño un montón a mi familia. Mi mujer está embarazada, nunca había estado tanto tiempo separado de mi hija. El tema de la pandemia complicó aún más las cosas. Cuando comenzó, me fui a Uruguay y después daban menos ganas de volver. Pero es parte del trabajo, del compromiso. Uno es profesional. Uno trata de eliminar distractores mentalmente y cosas que le pueden hacer mal para rendir de la mejor manera", le dice a Emol.

Su esposa es profesional y entre los dos decidieron que siguiera desarrollando su carrera. Dice que es una vida más estable que la de un arquero que ha construido una carrera a pulso y en que cada fin de temporada lo envuelve la incertidumbre.

Una insólita anécdota en Irán


El portero es de Durazno y a los 16 años jugó uno de los torneos amateurs más importantes de Uruguay con un equipo de su ciudad. Allí lo vieron reclutadores de Nacional y lo llevaron a Montevideo.


Sin embargo, nunca llegó a debutar en el "Bolso". Primero lo mandaron a préstamo a El Tanque Sisley, en segunda división, y luego rescindió contrato.

"Nacional es un club grande, que requiere mucha responsabilidad. Tenía 18 años, yo no me sentía preparado, hoy te digo que no estaba preparado. No se presentó la oportunidad porque 1) es difícil que un técnico se la juegue por un joven en un equipo grande 2) seguramente no me vieron preparado para hacerlo. En ese tipo de clubes casi siempre traen arqueros de afuera, de otros equipos, con más trayectoria, con más experiencia. Tomé la decisión de desvincularme del club para buscar otros horizontes y crecer profesionalmente, veía que estaba estancado, que era muy difícil jugar", expresa.

Luego de pasar por varios equipos de Uruguay, se quedó sin ofertas. Mientras le daba vueltas al futuro, llegó un llamado de Irán. Había que decidir rápido y aceptó.

Apenas estuvo cuatro o cinco meses. Cuenta que allá no podía entrar a sitios como Facebook o Youtube. No fue una buena experiencia. Al entrenador que lo llevó lo desvincularon del club. Sin embargo, fue su pareja la que más lo sufrió y Odriozola hoy ve muy poco probable volver a jugar en esa parte del mundo. Al menos la quedó una anécdota inolvidable.

"En el cambio de entrenador me tocó un ritual. Llevaron un cordero e hicieron un sacrificio para que al nuevo entrenador supuestamente le vaya bien. A los jugadores los hacían pasar por encima de la sangre del cordero, nos mojábamos enteros", rememora.

Dando clases en la cárcel

Odriozola apostó todo en la adolescencia por convertirse en futbolista. Pero al regresar del Deportivo Pasto de Colombia, decidió terminar el colegio y luego entrar a estudiar Economía.

Pese a que le costó, ha ido salvando las materias una a una, como esas pelotas que van al ángulo pero que logra rasgar. Actualmente está cursando dos ramos vía online. Piensa en los prejuicios sociales que recaen sobre los futbolistas.

"Yo creo que la gente piensa que el futbolista en general no puede hacer otra cosa que no sea jugar al fútbol. No porque no tenga la voluntad, cree que no es capaz. Pero es un paradigma que ha estado cambiando, por casos de futbolistas que han estudiado. En Uruguay tenemos economistas, profesores de educación física, agrónomos, psicólogos. Se preparan contra eso, porque hay una tasa bastante sufren depresión por la transición de la vida del futbolista a la vida de persona normal", apunta.

Buscando nuevos horizontes y sacar la cabeza un poco del fútbol, quiso empezar a hacer clases. Hubo más de una opción, pero se decidió por una cárcel. Enseñaba contabilidad, aunque el que más aprendía era él. Quería conocer una realidad que le era completamente ajena.

"En cuanto a la situación personal de cada uno, no preguntaba. Si ellos se querían expresar, los escuchaba y quedaba entre nosotros. Hablábamos de fútbol igual. Fue una satisfacción grande. Son personas que vienen de contextos complicados y es difícil sacarlos de esa vida. Yo creo en las segundas oportunidades, en que las personas pueden reparar algo que pudieron haber hecho en otro momento de su vida. Hoy dos de mis alumnos están estudiando economía, igual que yo", apunta.


El fútbol ahora lo tiene en Chillán en medio de una feroz crisis sanitaria. Mientras extraña todos los días, Odriozola se recuerda que el objetivo con Ñublense no está logrado. Ya verá qué se hace a final de año, a dónde lo llevará el rodar de la pelota.
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