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Lo abandonó su mamá y robaba para comer: La increíble historia de superación del panameño que amargó a la U y que brilla en Chile

"Tuve una infancia difícil", cuenta Cecilio Waterman, la principal figura de la Universidad de Concepción.

30 de Octubre de 2020 | 16:30 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Twitter Universidad de Concepción
Fue un partido duro, trabado. A Cecilio Waterman, delantero de la Universidad de Concepción, no le había quedado ni una sola en el duelo contra la U. Pero cerca del final, y con espíritu de cazador, se coló entre los centrales y metió la punta del pie para darle la victoria al "Campanil".

Con ese tanto, el panameño de 29 años llegó a nueve en el Torneo Nacional y figura en el tercer lugar de la tabla de artilleros. Es un rematador instantáneo, potente en la carrera larga, un tipo al que no le incomoda la soledad en el área y que se abastece a sí mismo. "El gol que más me gustó fue el que le hice a Colo Colo en el último minuto y que nos sirvió para empatar en el Monumental. Un cabezazo", le cuenta a Emol.


Llegó este año a Chile. Al poco tiempo sufrió una fuerte patada que le dejó un tendón expuesto. Dolió, pero ha soportado cosas mucho peores. Waterman se hizo fuerte por necesidad. Su derrotero ha estado lleno de curvas. Momentos de gloria y otros en los que tuvo que dormir en el suelo sin ninguna certeza sobre el futuro de su carrera.

Una vida difícil

"Tuve una infancia complicada", comenta. Al futbolista su mamá lo abandonó de niño y la vino a conocer hace un par de años. No tienen mucha relación. Se crió con su padre y sus ocho hermanos. No se olvida de dónde viene, tampoco de los golpes que, según relata, le daba una madrastra. Hoy lo agradece. Eso le enseñó que debía pelear siempre.

"Era difícil. A veces no había regalos de navidad. Me mandaban con poco dinero a la escuela, solo para el pasaje. Hacía cosas malas con mis amigos en el barrio, como robar celulares. Son cosas de las que uno aprende, lo hacía por necesidad. Pude salir adelante gracias a Dios", recuerda.


En el colegio miraba a sus compañeros comer. Él, aprovechando algún momento de distracción, sacaba de vez en cuando una masa de harina con salchicha que vendían en un negocio. Lo que nunca le faltó, gracias a su papá, fueron los zapatos de fútbol.

Debutó con el Sporting San Miguelito y jugó el Mundial Sub 20 de 2011. Tiene recuerdos muy nítidos de los partidos en que enfrentó al Egipto de Mohamed Salah o al Brasil de Philippe Coutinho.

Con solo 18 años, su representante lo llevó al fútbol uruguayo. Llegó sin nada y lo acogió Luis Mejía, un arquero panameño que probaba suerte en Nacional.


"No tenía dónde quedarme. Me abrió las puertas de su casa. Viví ocho meses con él, siempre voy a estar agradecido. No pagaba nada y me dio todo el apoyo. Había dos sillitas y una cama de una plaza. Nada más. La comida que le traían en Nacional me la daba a mí", afirma.

Los primeros seis meses no jugó porque sufría con el frío. Pero poco a poco se fue acostumbrando y adoptando las costumbres locales. Hasta hoy al decir algunas palabras se le escapa el inconfundible acento rioplatense y aliviana las tardes sureñas tomando mate.

El repunte de su carrera

Tras destacar en Fénix, lo enviaron a préstamo a Venados de México. Volvió rápido al "Ave" y lo traspasaron a Defensor Sporting, uno de los cuadros importantes del fútbol charrúa. Sin embargo, casi no jugó.


"No me fue muy bien. Hay que ser realista. Tuve lesiones, después cosas que pasan del fútbol. Ese capítulo lo cerré y no quiero recordarlo. Fue un pasado oscuro. Me enseñó mucho para crecer. Salía cuando no tenía que salir, no me alimentaba bien, no dormía. Estuve dos meses sin equipo. Me ayudó a reflexionar de las cosas que estaba saliendo mal. No podía seguir haciendo lo mismo porque se me iba la carrera para abajo", afirma.

En Plaza Colonia tuvo su revancha. Logró espantar sus demonios, agachó la cabeza cuando los grandes lo aconsejaban y anotó 16 goles en 32 encuentros en 2019. El DT Eduardo Acevedo, al que conoció en Defensor, lo llamó para que viniera a Chile.

Waterman dice estar netamente enfocado en el "Campanil" y se ilusiona con una copa internacional. Ni siquiera la selección de su país le quita el sueño. En sus últimos partidos con Panamá recibió críticas, pero no le afectan. Como aprendió en el barrio, rendirse no es opción.
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