En el GP de Bahrein hace ya seis días, el piloto francés de Haas, Romain Grosjean, protagonizó uno de los accidentes más espectaculares del último tiempo en la F-1.
Grosjean chocó su monoplaza con la barrera de contención y su auto explotó creando un gran incendio. Se vivieron segundos de terror, pero el galo logró salir de entre las llamas en una imagen escalofriante.
Se quemó las manos y tuvo un esguince, un diagnóstico increíble considerando la magnitud del accidente.
A varios días ya, Grosjean habló con el Canal + de su país y narró crudamente todo lo que vivió.
"Lo recuerdo todo. Recuerdo el golpe y, a pesar de las cifras impactantes de 53G (de fuerza del impacto), a mí no me pareció tan violento. Recuerdo desabrocharme el cinturón, intentar salir del coche y no poder porque estaba atascado. Pensé que tal vez podía estar bocabajo y que ya vendrían a por mí sin problema, así que me volví a sentar. Esperé un poco, miré a mi derecha y vi un color naranja muy fuerte, pero al principio no entendí lo que pasaba. Luego me di cuenta de que era fuego, intenté salir por la derecha pero no pude; intenté salir por la izquierda y tampoco, así que me volví a sentar", comenzó contando.
Y prosiguió: "Pensé en Niki Lauda, juré que yo no iba a terminar así, era imposible, mi última carrera no puede ser así. Me volví a sentar, vi la muerte y pensé que eso era todo, que iba a morir. Mi cuerpo se relajó en ese momento, aceptó su destino, me preguntaba por qué lado me empezaría a quemar, si sería doloroso".
Finalmente, narró el momento en el que se dio cuenta que no moriría. "Pensé en mis hijos y tiré lo máximo que pude de mi pie izquierdo y por eso mi bota se cayó y conseguí liberarme. Giré la cabeza y puse las manos en el fuego, miré mis guantes, que son rojos, y se estaban poniendo negros por el fuego. Sentí el dolor en mis manos, logré sacar la cabeza y luego el torso. Una vez saqué el cuerpo, sabía que iba a vivir; sí, mis manos se quemaron, pero ya estaba fuera".