Richarlison es una de las figuras emergentes de Brasil. En la cancha es un delantero encarador y con gol. Fuera de ella un deslenguado, un pícaro al que le encanta provocar a los rivales. Suele burlarse de jugadores argentinos en redes sociales, hasta con Arturo Vidal tuvo un cruce. El chileno lo llamó "payaso".
Tiene 24 años y brilla en el Everton de la Premier League. Detrás de esa pose de chico rudo, se esconde una historia dura. Como muchos futbolistas brasileños, surgió de la pobreza. Creció en un barrio marginal y muchos de sus amigos hoy están presos o muertos.
"Desde muy pequeño veía a mis padres trabajando todo el día para pagar las facturas y todos los meses era difícil tener suficiente dinero para el mínimo, aun con todos sus esfuerzos. Trabajé desde temprana edad para ayudar, vendiendo dulces, helados e incluso recogiendo café con mi abuelo cuando era adolescente. Al mismo tiempo, mis hermanos y yo vivíamos en una zona pobre y peligrosa de la ciudad. Vi muchas cosas malas como drogas, violencia... Fue muy complicado, pero tenía ángeles de la guarda que siempre me llevaban al lado correcto", dijo en una entrevista al diario AS de España.
Richarlison ponía todas sus fichas en el fútbol. Solo la pelota le podía permitir salir de la pobreza y ayudar a los suyos.
Recuerda que escuchó de una prueba y partió. Apenas con el dinero para pagar el viaje.
"Fui a hacer una prueba con solo el dinero del boleto de ida. El dinero que tuve que pagar por el pasaje de regreso, en caso de no aprobar la prueba, lo gasté en comer durante el viaje. Así que di mi vida para conseguir un puesto en el equipo y acabé consiguiéndolo. Cuando llegue a un club estructurado, ascienda a profesional, sus metas crecerán junto con su carrera. A partir de ahí supe que podía tener vuelos más altos y en poco tiempo terminé llegando muy lejos. Desde mi primer partido profesional hasta mi primera convocatoria para la selección brasileña, fueron solo tres años", declaró.
Richarlison hoy se siente privilegiado. Sabe que las probabilidades no jugaban a su favor, que son muy pocos los que cumplen el sueño de ser futbolistas.
El futbolista siempre recuerda un momento clave. Un día en que pudo morir por estar en el lugar equivocado.
"Era una situación en la que volvía de la escuela de fútbol con mis amigos y un tipo pensaba que estaba vendiendo drogas en el área donde estaba vendiendo. Me apuntó con la pistola a la cabeza, me amenazó, pero gracias a Dios tuve la tranquilidad de explicarle que estaba de camino a casa del fútbol y que no vendía ni consumía drogas. Me quisieron pegar un tiro, pero el fútbol me salvó la vida literalmente. Me soltó, pero estaba muy asustado porque siempre pasaba. Es más fácil hablar de eso ahora, pero fue algo que realmente marcó mi infancia y me animó a recorrer un camino muy diferente al que terminaron algunos amigos, porque no tuvieron tanta suerte como yo", declaró.
