Antonio Brown protagonizó un bochornoso incidente en la NFL el pasado fin de semana. El jugador de los Tampa Bay Buccaneers explotó en el partido contra New York Jets y abandonó el campo de juego en el tercer cuarto. Se quitó los protectores, quedó a torso desnudo y lanzó su camiseta a las tribunas. Gritó, insultó e hizo gestos. El público bramaba.
"El coach me dijo 'Largo de aquí' y solo pude pensar jódanse ustedes también y decidí quitarme su logo. No vestiré eso nunca más. Ahora imagina escuchar a 60 mil personas coreando mi nombre. Tuve un subidón de adrenalina y me volví demasiado sexy para mi ropa. Le día a los fans lo que querían", dijo días después, ya más calmado.
Los Buccaneers no demoraron en sacarlo del equipo. Brown, de 33 años, es un jugador brillante . Cuatro veces ha sido seleccionado para el mejor equipo de la liga, líder de recepciones en dos ocasiones y un anillo de campeón.
Pero este no es el primer episodio polémico que protagoniza el ala abierta. Llegó a la liga en 2010 elegido por los Pittsburgh Steelers con el número 195 de su promoción. No demoró en demostrar su valor. Firmó contratos por 42 y 68 millones de dólares con la franquicia de Pensilvania. Pero su carácter conflictivo e irascible le generaba problemas. En 2018 se peleó en pleno entrenamiento con el quaterback Ben Roethlisberger y le lanzó un balón. La tensión creció en el vestuario.
Brown llamó "perdedor" a Roethlisberger y cuestionó sus habilidades: "Revisen sus estadísticas antes de que yo llegara". Un año después del incidente, pidió su traspaso por redes sociales. Al tiempo, Brown se calmó y pidió disculpas públicas a su ex compañero. "Nunca me di cuenta de lo privilegiado que era. Nunca ha habido otra conexión como la que creamos en la década pasada. Te aprecio", afirmó.
Tras el paso por los Pittsburgh Steelers, se marchó a Oakland Riders. Llegó al campo de entrenamiento en un globo aerostático.
Su paso por Oakland es recordado por su enfrentamiento con la NFL. La liga cambió los cascos de los jugadores por motivos de seguridad, pero Brown se negó a usar los cascos nuevos. Incluso amenazó con no seguir jugando. Inició una disputa legal y perdió dos veces en tribunales. Oakland tuvo que pagar 250 mil dólares en multas por su desobediencia, lo que invalidó el contrato de 30 millones que tenía el jugador.
En 2019 vino lo peor. Llegó a los Patriots por pedido del histórico mariscal Tom Brady, pero apenas pudo disputar un partido. Su ex entrenadora, Brittany Taylor, lo acusó de acoso sexual. Un mes después, otra mujer lo denunció por violación.
"Como víctima de Antonio Brown decidir hablar ha sido una decisión increíblemente difícil. He encontrado fuerza en mi fe, mi familia y en relatos de otros sobrevivientes de agresión sexual", dijo la víctima en un documento al que tuvo acceso New York Times. Los Patriots lo cortaron.
En 2020 fue a la cárcel.
Mientras estaba sin equipo, se le acusó de robar un camión de mudanza. El conductor afirmó que Brown estaba bajo el efecto de alguna droga al momento del atraco. Estuvo cuatro días preso, hasta que pagó la fianza. Ya en libertad, su agente, Drew Rosenhaus, lo llamó para decirle que lo dejaba, no podía más con él.
Meses más tarde, falsificó su certificado de vacunación. Brown le pidió a su cocinero personal, Steven Ruiz, que le consiguiera una tarjeta falsa para él y su novia, la modelo Cidney Moreau. Estaba dispuesto a pagar 500 dólares por el "favor".
Ruiz no pudo conseguir los documentos, pero semanas después Brown le envió una foto con las tarjetas. El cocinero contó lo sucedido en una entrevista y la NFL sancionó a Brown con tres partidos. El deportista no apeló.
Tampa Bay le dio la oportunidad de volver a la NFL. Otra vez Tom Brady lo pidió. Se convirtió en el "protegido" de la gran estrella de la liga y fue clave para ganar el Super Bowl de 2021, pero nuevamente perdió el control. Antes de irse, le dejó un mensaje a Brady: "No puede hacer una mierda solo, me necesita para ganar".
