"Yo venía a Chile por un año y ya llevó 33...". La frase la suelta Mario Véner con una sonrisa en la cara. Hoy luce una barba frondosa y el pelo cano. En los noventa fue uno de los goleadores más prolíficos de Chile.
En la temporada 1996, Véner fue el máximo artillero de Primera División. Hizo 30 goles con Santiago Wanderers, con cuatro tripletes incluidos.
Recorrió buena parte de la geografía de Chile. Del sur al norte. Jugó para Linares, Puerto Montt, Antofagasta, Temuco, Regional Atacama, Santiago Wanderers, Deportes Iquique, Huachipato y Concepción.
Ya lleva varios años radicado en Antofagasta, uno de los lugares donde más cariño recibió. Trabajó muchos años en el cuadro Puma tras el retiro. Fue ayudante de varios entrenadores y también dirigió al primer equipo. Hoy su vida sigue vinculada al fútbol.
"Hoy mi fortaleza está enfocada en la docencia. Es la profesión que tengo desde antes de ser futbolista. Soy profesor de educación física. Hace cinco años estoy trabajando en un colegio deportivo de Antofagasta e imparto el ramo de fútbol. Es una labor que me gusta mucho, mi vocación siempre fue enseñar y transmitir conocimientos. Ya no tengo vínculo con el CDA Antofagasta desde mediados de 2014, cuando recién había comenzado la sociedad anónima. Luego agarré el fútbol femenino hace un año y medio. Estaba lindo el proyecto, habíamos ganado los dos primeros partidos, pero pasaron cosas que no vale la pena profundizar y deshicimos la ligazón que teníamos", le cuenta a Emol.
Véner mantiene el acento trasandino intacto. No tenía planeado radicarse en Chile. "Una cosa fue llevando a la otra", dice. Su historia es atípica. Hizo inferiores en Gimnasia y Esgrima de Tandil, un club amateur de Argentina. Luego, siguió su derrotero por otros clubes al margen del profesionalismo y cruzó el Atlántico para probar serte en el Noci de la quinta división italiana. Pero no consiguió los papeles para poder quedarse en Europa.
Volvió frustrado. El paso del tiempo lo presionaba. Pero llegó un llamado de Chile. Era para jugar en la Primera B, por Linares. No lo pensó y no hizo muchas preguntas. Dos semanas después estaba viajando. Acá, ya con 26 años, jugó su primer partido como profesional.
"Me dijeron que era Linares, un equipo de segunda división. Les dije que sí. Quizá era la posibilidad de poder, más que nada, desarrollar mis cualidades. No pregunté nada del aspecto económico. Ahí empezó la historia. Linares era un club muy precario. En ese tiempo no teníamos ni ropa para entrenar, nosotros la llevábamos. A mí no me importaba. Me fue bien, hice 21 goles. Pero no estaba la tecnología de hoy que todo está al instante. Yo creo que nadie se enteró que había hecho 21 goles. Fue un año complicado, pero nunca me eché a morir, sobre todo por mi edad. Yo estaba en una carrera contra el tiempo", declara.
De Linares se fue a Puerto Montt y después llegó a Antofagasta. En el aeropuerto nortino le llamó la atención que todo lo que veía por las ventanas era café. En los "Pumas" comenzó su despegue goleador .
Con Antofagasta enfrentó rivales con galones. Por su mente desfilan una retahíla de nombres. Daniel Morón, Jaime Pizarro, Marcelo Salas, Leonardo Rodríguez, Alberto Acosta, Néstor Gorosito, José Luis Sierra, "Candonga" Carreño. "Los noventa fueron una época portentosa. No solo los grandes, los equipos de provincia se potenciaban muy bien. Eso hacía que los campeonatos fuesen muy fuertes", declara.
Su buen andar en Antofagasta le permitió ir al Cádiz de España por un año. Volvió a Chile para jugar en Temuco y luego en Regional Atacama. En el "R con A" vivió uno de sus peores momentos.
"Hoy los sueldos están los primeros días del mes. Nosotros teníamos que luchar para cobrar a veces, a veces nos pagaban parcializado, en cuotas, teníamos que hacer cola para cobrar un cheque. Yo estuve seis meses impago en Regional Atacama. No teníamos lugar para entrenar, entrenábamos en una plaza. Caímos a una liguilla con San Felipe, que venía del ascenso. Llegamos a un acuerdo. Para poder cobrar, teníamos que mantener al equipo en Primera. En dos partidos nos jugamos seis meses de sueldo, fue de los más tenso que recuerdo. Algunos chicos los habían echado de sus departamentos. Ni siquiera ganamos los partidos, los empatamos y por goles de visita nos salvamos", afirma.
En 1996 firmó por Santiago Wanderers. Junto a Claudio Núñez y Gerardo Reinoso formó un tridente demoledor. Ese año acabó goleador del Torneo, sacándole seis goles de ventaja a Sebastián Rozental (Universidad Católica) y 12 a Ivo Basay (Colo Colo).
Véner apunta que la camiseta de Wanderers es más pesada que la de otros elencos de provincia. Un club pasional y lleno de vaivenes. Los hinchas se encariñaron con él. Hasta hoy le mandan videos de sus tantos.
"Hay uno que me lo recuerda todo el mundo hasta el día de hoy. Fue un domingo contra la U, el último partido de la jornada, con lluvia y frío en el Nacional. Veníamos de una derrota de local, ganamos 2-1 e hice el segundo gol. Eso marcó un punto con el afecto que tienen los hinchas por uno, marcó la pauta", comenta.
En Wanderers, le tocó ver a un juvenil David Pizarro abriéndose paso.
"A David lo suben al primer equipo con 16 años. Era un pequeño muy descarado futbolísticamente. Él en ese tiempo era 10, con una cintura impresionante, manejaba la visión de juego a la perfección. Tenía un inconveniente en ese tiempo. Jugaba solamente con la pelota, entonces la quería, tenía esa personalidad. Pero como la quería, no la soltaba. Su habilidad extrema hacía que fuese difícil quitársela, por eso recibía alguna caricia más de la debida en los entrenamientos. Ya se notaba que era diferente, con el correr del tiempo fue puliendo sus cualidades integrales y a la larga hizo una carrera extraordinario. Era un chico muy callado, pero con los objetivos muy claros", declara.
En el conjunto caturro estuvo dos años. Luego de sufrir una fractura en el malar, los dirigentes decidieron desvincularlo de la institución. Se fue a Iquique, la siguiente estación fue Huachipato y se retiró en Deportes Concepción el año 2000.
Véner no es nostálgico. No le gusta mirar videos de sus goles. Su nieto, Martín, hace poco descubrió que el abuelo fue jugador profesional y le hace preguntas.
"Lo que pasó, ya pasó. Yo dejo un mensaje. Uno tendrá más talento, menos talento. Pero si tienes esfuerzo, se puede llegar muy lejos. Yo no tenía tiempo. Debute como profesional a los 26. Por eso le digo a todos mis alumnos y a los cadetes que les doy charlas a veces, que siempre hay que estar preparado, hay que estar al 100%, hay algo que uno no ve. Nosotros no lo vemos. Pero siempre hay alguien que está mirando", cierra.