A Roque Alfaro lo comenzaron a llamar "Brujo" en Chile. El apodo se lo puso el relator Héctor "Tito" Garrido al verlo jugar con la camiseta de O'Higgins. Alfaro era hábil, tenía esa viveza que se aprende en el potrero, un mediocampista con gol al que todavía le siguen mandando los videos de sus tantos de mitad de cancha contra la Universidad Católica.
Arribó a Chile a comienzos de la década del noventa, en el otoño de su carrera y con un currículum pesado. Campeón de Libertadores y de la Intercontinental con River Plate, figura de Newell's y seleccionado argentino. En la "Albiceleste" compartió algunos partidos con Diego Maradona.
Alfaro estuvo dos años y medio en los celestes Allí se retiró. Luego volvió como entrenador. No se olvida de Rancagua. Sabe cómo va O'Higgins en el torneo, nombra a técnicos y jugadores sin fallar. Recuerda que la última vez que estuvo en Rancagua fue en 2017 para la presentación de un libro con la historia del club.
En su día a día, recorre las canchas de Rosario con un jockey que tiene la insignia del "Capo de Provincia". Dice que sigue siendo el de siempre, pero con menos pelo. Se lleva bien con la nostalgia y le gusta escuchar a Los Iracundos en las tardes.
Con uno de sus nietos.
"Siempre estoy muy pendiente puntualmente de Rancagua, a través de la gente, no hay día que no tenga alguna novedad, alguna invitación, algún saludo. O'Higgins ha estado muy pendiente de mi vida después de que dejé de jugar", le comenta a Emol.
El 2019 fue un año duro para el ex jugador. Le detectaron un tumor en el colon y manchas en el estómago. El médico lo observó, pidió exámenes y determinó que había que actuar rápido.
Lo operaron en mayo. "Se pensaba sacar todo el estómago, pero se sacó una partecita, la otra parte quedó buena, la que me provoca la posibilidad de comer", cuenta. Pero el mayor problema vino después. Cuando se estaba recuperando de la cirugía, le vino una trombosis pulmonar. Su familia pensó que iba a morir. "Siempre digo que Dios no me quiso abrir la puerta, me devolvió", afirma con una tenue sonrisa.
¿Cómo cambió su vida?
"La enfermedad me obligó a vivir de otra manera. Con el tema de las comidas, las salidas, el trabajo, el esfuerzo. Yo desde ese momento no puedo patear más un balón, no puedo correr, no puedo estar gritando porque son sobreesfuerzos que no puedo hacer. Mi parte intestinal se me llena de aire y debo evitarlo. Son las cosas con las que he aprendido a convivir. Vivir más tranquilo, no estar tan pendiente de si la pelota entra o no entra".
¿A qué se dedica hoy Roque Alfaro?
"River Plate me abrió las puertas a través de Enzo Francescoli. Él me llevó a trabajar a River a hacer captación. Es lo que estoy haciendo desde hace más de dos años, en el tema de buscar los reemplazos de los grandes jugadores que están terminando su etapa futbolística y lo hago con muchísima alegría. Siempre digo que los grandes te crean problemas y los chicos te dan alegrías.
Voy recorriendo Rosario y observando jugadores que me llaman la atención. Estoy trabajando para una institución donde lo que se busca es superlativo. No uno más, tenemos que buscar el que sea diferente a todos. A veces es difícil encontrarlo y si lo encuentras con una corta edad tienes que empezar a hacer un seguimiento para ver cómo es el comportamiento. Los chicos día a día van cambiando, en todo sentido. Siempre le decimos a los chicos: el fútbol es una posibilidad, el estudio es una obligación. Todo aquel que quiera llegar a River, va a tener la necesidad de seguir yendo al colegio, de lo contrario en River no se le acepta".
¿Qué tan diferentes son estos niños a los de su generación?
"La diferencia es que antes había que pedirte por favor que dejaras de jugar al fútbol, hoy hay que pedir por favor vamos a jugar fútbol. Cuando yo tenía 9 o 10 años, mi mamá se paraba en la esquina y me pegaba el grito 'Roque ven a tomar la merienda'. Yo tenía que ir a comer, si no me llamaba mi mamá no comía. No porque no hubiese, me interesaba mucho más la pelota. Hoy a los pibes hay que sacarlos de la casa para pedirles por favor que vayan a jugar al fútbol, están todo el día metidos con su tablet. Con algo que no deja de ser importante, pero eso determina que el fútbol no es su prioridad".
Junto al "Beto" Alonso
En este mercado llegó Pablo Solari a River proveniente de Chile. ¿Cómo lo ve?
"Se lo ve muy bien, ha tenido muy buena participación. Yo creo que para que Gallardo haya tomado la determinación de traer un chico, a lo mejor con poco conocimiento del ambiente, lo tiene que haber visto muy bien. Lo trajo desde el extranjero. Creo que no hay equivocación, se ha adaptado muy bien. No es fácil ponerte la camiseta de River, no se calza la camiseta cualquiera. Para ser jugador de River tienes que ser ganador. El conformista o al que le da lo mismo no le va bien en River".
¿Qué representa Rancagua en su recorrido?
"Me arrepiento de haber ido muy tarde, con muchos años. Dos años antes, me hubiese dado la posibilidad de tener importancia en el equipo y hubiese tenido la posibilidad de tener más voz de mando y poder conseguir algo que a veces les cuesta a los equipos del interior como llegar a competir en Copa Libertadores.
Yo nunca antes había ido a Chile. Jamás pensé que iba a tener una historia tan linda, tan hermosa. Triste por haber terminado mi etapa, pero feliz por haberla terminado en O'Higgins. La gente de Rancagua es adorable, me trataron magníficamente, fui con mi esposa y dos de mis tres hijos".
La hinchada hasta hoy lo recuerda con mucho cariño.
"Estoy muy agradecido. Era difícil que al argentino lo quieran allá, pero a mí me quisieron. Algo hice bien para que el rancagüino me quisiera. Yo entregué todo mi profesionalismo, mi transpiración, mi honestidad por esa camiseta. Yo tenía 36 años y corría como un chico de 20. Eso lo hice por lo que significa un agradecimiento a un club que me dio la posibilidad de terminar mi carrera deportiva con altura. El último entrenador que yo tuve fue Manuel Pellegrini. Cuando comenzaba la semana, él me decía 'Roque quiere jugar el domingo de titular o estar en el banco'. Él sabía que si me ponía de titular a los 10 minutos del segundo tiempo me tenía que sacar. Mi físico ya no aguantaba. Yo conseguí ese respeto de una persona intachable, a la que aprecio muchísimo como Manuel Pellegrini".
Manuel Pellegrini tuvo un inicio de carrera muy difícil en Chile descendiendo con la U. Hoy lleva muchísimos años en la elite mundial.
"Si veías como trabajaba no parece increíble. Cuando Manuel Pellegrini dirigía O’Higgins de Rancagua, llegaba con las revistas de Francia, las revistas europeas. No solamente trabajaba en Chile, miraba mucho más allá pensando en un futuro. Tenía una capacidad total, era muy buena persona con nosotros, era un técnico joven, pero con mucha motivación para el jugador. Tenía trabajos prácticos y muy simples, nosotros lo entendíamos y aprendimos a jugar el fútbol simple de él".
La época del noventa fue muy exitosa para el fútbol chileno. De los jugadores que vio acá, ¿cuál le llamó la atención?
"Tuve compañeros fantásticos en O’Higgins. Fernandito Cornejo, el Coca Mendoza, el Tunga González, Cristian Trejos, Joel Molina y muchos más. Si hay alguien con quien siempre me saqué el sombrero por el respeto que tenía, porque era íntegro, porque llevaba la cinta de capitán bien puesta en un equipo grande como Colo Colo, era Jaime Pizarro. Yo siempre tuve mi detenimiento en lo que significaba Jaime Pizarro como deportista pleno, era el ejemplo en que el jugador chileno tenía que fijarse y mirar. Aparte de tener una autoridad dentro del campo de juego, jugaba muy bien y eso que era un volante de contención".
A la Católica le hizo dos goles de mitad de cancha. Uno en San Carlos y otro en el Nacional.
"Yo a Calos Navarro Montoya, jugando él para Vélez, le hice el quinto gol de la mitad de la cancha y ganamos 5-1 con Newell's ese partido. Era otra de las locuras que tenía, patear al arco sin mirar la posición del arquero, porque uno cuando anda en el campo de juego, sin participar con la pelota , se detiene observando cosas. Eran los detalles que tenía, me fijaba pensando que en algún momento iba a recuperar la pelota y que podía hacer para sorprender.
Tiene mucho más valor lo que hice contra Católica tanto en San Carlos como en el Estadio Nacional. Los resultados estaban muy apretados, 1-1 y 1-0. No es tan fácil con un resultado así tener tanto panorama para desarrollar lo que pasó. Se necesita tener vergüenza deportiva. Así como se convirtió en gol, podía haberse ido a un tiro de esquina por patear muy mal. Con Católica ese 2-2 en el Nacional por la liguilla a Libertadores, después en el vestuario vino lo más lindo. Por el solo hecho de sentirnos grandes. Éramos un equipo relativamente chico todavía, todavía no despegaba O'Higgins. El habernos juntado y abrazado todos, el habernos dado las gracias fue muy lindo".
En 1996 volvió para ser DT de O'Higgins.
"Yo volví el 96 a ser el entrenador de la Primera División. Con muy poca experiencia. Dirigí siete partidos de la Primera, acumulamos siete puntos y me echaron. No estaba preparado, pero hay muchos que están preparados y hacen tantas macanas como los que estábamos partiendo. Me equivoqué, pero considero que la equivocación sirve para darte cuenta de los errores. El peor error fue haber dicho que sí cuando no tenía experiencia. Yo recién estaba terminando mis primeros cursos en las divisiones inferiores de Newell´s. Fue muy ingrato. Me acusaron de que fui el culpable del descenso de O´Higgins, pero yo alcancé a dirigir siete partidos nada más. Quedaba tres cuartos partes de un año. Pero era más fácil culparme a mí que soy extranjero".
Usted estuvo con Bielsa en Newell´s. Conociéndolo a él y conociendo Chile, ¿por qué cree que él generó tal impacto acá?
"Porque le cambio la mentalidad al jugador. Yo siempre le decía a mis compañeros en Rancagua ‘¿saben por qué jugamos los argentinos' no porque seamos mejores que ustedes, si no porque hablamos más que ustedes'. Eso fue lo que consiguió Marcelo con ese grupo formidable de jugadores. Le hizo entender que jugar de local es lo mismo que de visitante, que había que tener una autoridad para jugar, que había que tener decisión para jugar. Y los jugadores de a poquito se fueron dando cuenta. Sumando la calidad futbolística que tenían y la personalidad iban a encontrar lo que Marcelo encontró. Lo que Sampaoli ganó fue consecuencia de todo lo que Marcelo sembró. Todo lo que hizo Marcelo fue de lo más importante en el fútbol chileno en los últimos años".