San Luis se ha reforzado con interesantes nombres para ir por el ascenso. Ya fichó a Humberto Suazo y Mathias Vidangossy. Prontamente, podría sumar al delantero argentino Brian Fernández.
Fernández, de 28 años, está entrenando con los "canarios". Aún no es oficializado. Es un delantero hábil y de buen pie, que se siente mejor moviéndose libre que quedándose anclada en el área. Parecía que estaba llamado a tener una carrera brillante. En Chile la rompió en Unión La Calera. Sus condiciones están fuera de toda duda. Pero, lamentablemente, sus adicciones le han pasado la cuenta.
Partió este 2022 jugando para Deportivo Madryn en su país. Pero en mayo fue hospitalizado tras recaer en el consumo de drogas. Luego de ese episodio se sumó a Ferro Carril Oeste. Pero en septiembre fue desafectado tras desaparecer intempestivamente. Un mes después, fue protagonista en los medios de comunicación. Lo detuvieron por disturbios en la calle y por apedrear un bus.
Fernández debutó en Defensa y Justicia. Su buen nivel llamó la atención de Racing y el gigante de Avellaneda lo compró. Se pensaba que sería el club ideal para su consolidación, para demostrarle al mundo quién era. Pero nada de eso sucedió. La vida del atacante era una polémica tras otra. En 2015 tocó fondo. Fue suspendido dos años por doping.
¿De dónde vienen esos problemas? No hay solo una respuesta a la pregunta. Pero los cercanos al futbolista coinciden en que la muerte de uno de sus hermanos fue un golpe demoledor.
Fernández tiene nueve hermanos. Dos de ellos también son futbolistas: Leandro Fernández (hoy jugador de la U) y Nicolás Fernández (Defensa y Justicia).
El segundo de los diez hermanos se llamaba David. Murió cuando tenía 18 años. El domingo 12 de agosto de 2012 iba en su moto, embistió a un auto conducido por una mujer y a otro moto. Cuando estaba en el piso, sacó una pistola y se disparó en la sien. Falleció al día siguiente. "Te extraño mucho, te necesito", escribió años después Brian.
Al cumplir la sanción por doping, Brian Fernández se reincorporó a Racing. Sin embargo, Diego Cocca, por entonces entrenador de la "Academia", decidió apartarlo del plantel por sus constantes indisciplinas. El jugador decía que no tenía ganas de levantarse, el tratamiento contra la adicción le produjo un hondo bajón anímico.
"Consumí, me jugó una mala pasada, me sacó del fútbol un año y medio. Lastimé a muchas personas, a mi mamá, a mí mismo. Sobre todo me lastimé yo. Son obstáculos que tengo que pasar. Es una pelea día a día. Acá en Buenos Aires, o en Santa Fe, tengo millones de amigos. Pero es como dicen: son los amigos del campeón. Hay amigos del barrio que son amigos de verdad, pero no son esos 50 que yo tenía antes cuando iba. Los que me hacen bien y me cuidan, me sacan, me llevan a pescar. Ellos no quieren que esté en el barrio, me llevan para otro lado", dijo en una entrevista concedida a La Nación.
Tras breves pasos por Sarmiento de Junín y el Metz de Francia, recaló en Chile para firmar con La Calera en 2018.
Solo estuvo un semestre en el conjunto cementero. Hizo 11 goles en 12 partidos y el Necaxa lo compró. En principio, anduvo bien y en entrevistas contaba que ya no consumía drogas.
"La droga te arruina, te deja sin vida. Atravesé momentos duros, pero ahora quiero jugar al fútbol y ser feliz. Estoy mucho con amigos y familia, la contención es fundamental. Intento salir acompañado, antes salía solo y no volvía más. La droga te saca la familia, te saca amigos, te saca plata. De a poco te va sacando todo. Hace un año que no veo a mi hija (Delfina). Es duro estar lejos, aunque hablamos todos los días. Estoy contento por poder darle todo lo que necesita, lo que yo no pude tener en mi infancia", declaró.
La pelota cura heridas, decía. Pero los problemas volvieron a aparecer. Del Necaxa se fue al Portland Timbers de Estados Unidos. En noviembre de 2019, Fernández anunció que ingresaba voluntariamente al Programa de Abuso de Sustancias de la Major League Soccer. Pero duró un mes. Fue expulsado por romper el protocolo.
Pese a que había hecho 15 goles en 23 partidos, la franquicia de Portland decidió romper el contrato.
Volvió a Colón. Iba a estar en su ciudad natal, Santa Fe, cerca de su familia. Pero eso no ayudó. Según él, su padre biológico lo amenazó de muerte ya que es hincha de Unión, el clásico rival del "Sabalero".
"No esperaba vivir algo así, que me amenacen y más viniendo de un padre sólo por la camiseta. Yo pensé que iba a ser fácil pero se me hace muy difícil andar por la calle, el día a día", declaró.
Colón le buscó una salida. Fue primero a Ferro Carril Oeste, luego Madryn y otra vez a Ferro. En todos esos lugares tuvo problemas. Su representante, Christian Bragarnik, ha dicho que si le quitan el fútbol, le quitan la vida al jugador. En San Luis luchará por una nueva oportunidad.