Impacto causó Tomás González con el libro autobiográfico que ya se encuentra en librerías. En él, en otras cosas, acusa
"maltratos y abuso" de parte del cubano Yoel Gutiérrez, quien fuera su entrenador en su época de mejores resultados.
"Probamos un salto nuevo, de alta complejidad, en una competencia", y el gimnasta falló, cayendo al suelo. "El técnico se indignó y me cubrió de insultos", cuenta en el texto.
"¿Por qué fallaste? Maricón", gritó. "Me sentí pésimo. Mal, mal, mal…", recuerda. De regreso en Chile, escribe "
comencé a sentir intensos dolores en la espalda".
"Eres un mediocre", le dijo. Los malos tratos se hicieron frecuentes, cuenta González. "Llegué a llorar de pura rabia, porque era súper ingrato". Pero dice que lo toleró. Y la situación no hacía sino empeorar: "Mientras íbamos aumentando y mejorando en rendimiento, más se acentuaban sus problemas de ira, lo violento que se iba poniendo", escribió.
El coach cubano -hoy radicado en Chile con escuelas de gimnasia- reconoce haberse enterado con el llamado de Emol de las revelaciones de su ex pupilo.
Desmiente todo el coach. Dice que es falso lo que escribe González en su libro.
"
Sorprendido. Me desayuno con esto. Lo primero que quiero expresar es que yo a Tomás González lo quiero mucho. Jamás pensé que él tuviera esa opinión de mi persona, porque todo lo que he podido hacer como entrenador es defender a mis atletas".
"Me sorprende, porque es muy difícil lograr éxitos si estas dañado mentalmente. De qué manera vas a construir un resultado positivo si yo soy una persona mala. Le juro a usted, por mis hijas, por mi familia que jamás he sido una persona maltratadora, sí he sido ferozmente exigente, de feroz disciplina, riguroso al pie de la letra para el logro de los resultados de mi gimnasta y quizás esa pasa a ser una línea muy delgada, entre la exigencia feroz y el maltrato".
"Jamás le dije mediocre, maricón, jamás. Él parte mintiendo y eso es doloroso. Nunca en una competencia que él se haya caído jamás le he dicho mediocre, levántate, jamás".
Algunos roces
El cubano sí reconoce algunos roces, pero que los atribuye al proceso de cada disciplina.
"Por ejemplo en los Juegos Olímpicos (Londres 2012) entró en la final por aparatos, suelo y salto. Fuimos a la final de suelo donde se podía obtener una medalla pero él estaba resentido de sus rodillas y en una de sus acrobacias él restó dificultad porque involuntariamente la rodilla le pinchó y él se asustó y eso es normal. Pasó y qué le voy a decir, nada son cosas que pasan, le dije 'vamos al mañana, vamos a la medalla mañana'".
Sigue. "En el calentamiento previo, al otro día, él estaba en muy buenas condiciones, pero lo veía un poco apagado, desanimado, lento, pasivo, me le acerco y le digo. 'Tienes toda la preparación que debe tener un campeón olímpico, pero tienes la actitud que es la que posee un perdedor. O te levantas el ánimo, la cabeza o te despiertas o te despierto yo, porque no puedo permitir que en estos segundos tú te vayas abajo, no te lo voy a permitir, porque te quiero y éste es un proceso serio, lo sabes, ahora o nunca, así le dije, dame una satisfacción que te va a pertenecer a ti toda tu vida', ese fue un roce".
"Otra vez en una competencia en Bélgica en 2006 hizo una ridiculez, él se debe acordar. Le patinaba la anilla. Le dije 'a nadie en el mundo le patinan las argollas, solo a ti'. Ese ese un problema mental que hay que trabajarlo, ahí lo reté. 'O te sumas a mis exigencias que te van a hacer bien o no vas a lograr lo que tú quieres'".
Gutiérrez recuerda que Tomás le entregó una carta cuando terminaron de trabajar. "Jamás me manifestó que no le gustara algo, jamás. Puedo mostrar la carta que me hizo cuando se despidió de mí, donde me daba gracias por todo lo que le había entregado, por el profesionalismo por el aporte a ser quién soy".
¿Por qué terminaron de trabajar?
"A fines de 2012 nos reunimos, hicimos evaluación y dijimos vamos, seguimos el próximo año vamos por más, vamos por medalla mundial y en el 2016 vamos por medallas olímpicas".
Añade. "Un día en febrero del siguiente año entregué la planificación al comité olímpico voy a entregarle la planificación a él y me dice que no quiere seguir, con lágrimas en los ojos y le digo qué pasó, me entregó la carta y no me dijo nada más. Me sentí descompensado, no sé qué pasó. Yo solo pensé y dije quizás los auspicios, los resultados, la fama se le fueron a la cabeza, eso suele suceder a toda persona que no esté bien preparada. Quizás le hicieron creer que él podía solo".
"Estoy decepcionado, triste", termina diciendo.