El bochorno que vivió Chile en la previa de la final del fútbol femenino ante México obligó a improvisar al técnico Luis Mena. La partida de las dos arqueras que tenía en el plantel, Christiane Endler y Antonia Canales, lo dejó a él y a sus dirigidas con un vacío gigante antes de un encuentro trascendental e histórico.
En la antesala de la disputa por el oro se especuló con que la delantera de Universidad de Chile, Franchesca Caniguán, ocuparía la portería. Sin embargo, terminó siendo María José Urrutia, también originalmente una atacante, la que se puso bajo los palos.
Fue la misma futbolista de Colo Colo la que le planteó la idea al seleccionador, a tan solo unas horas del cotejo ante las aztecas. “Obviamente era una situación difícil, nadie había jugado al arco y tenía que ir alguien que no le importara lo que la gente dijera por cualquier ‘cagazo’ que nos pudiéramos mandar. Le dije que yo me la jugaba y listo”, explicó Urrutia.
Una de las aristas que pesó en la determinación final, que se decidió en horas de la tarde, fue la experiencia y el recorrido de “Coté” en la selección: Más de cinco años vistiendo la Roja, una Copa del Mundo y unos Juegos Olímpicos en el cuerpo. A diferencia de Caniguán, que debutó en el cuadro nacional hace poco más de un mes en el amistoso ante Nueva Zelanda.
“Nosotras ya tenemos partidos en el cuerpo, no nos pega lo que pudiera decirse desde afuera. Las más grandes no queríamos arriesgar a alguna de las más chicas a una responsabilidad así”, señaló la improvisada guardameta.
Urrutia contó que pudo hablar por whatsapp con Christiane Endler antes del encuentro, y la arquera del PSG le dio algunos consejos, aunque no quiso entrar en mayores detalles. “Me dijo que tuviera toda la confianza si al final no era mi puesto, que gracias por ‘aperrar’”, expresó.
El comienzo del duelo estuvo marcado por la protesta que realizaron las jugadoras de la selección, que tras el pitazo inicial se sentaron sobre el césped durante unos segundos. Fue un gesto simbólico luego de todo lo que les tocó vivir durante el certamen y que con el papelón colmó la paciencia de las seleccionadas.
Un ‘retroceso’ fue el término que utilizaron varias de ellas, apuntando claramente a la dirigencia actual del fútbol chileno, y de ‘cansancio’, por el cúmulo de situaciones vividas estas dos semanas. Con un frustrado homenaje a Endler por los 100 partidos vistiendo los colores de la selección, problemas logísticos antes de los partidos y el papelón de la partida de cuatro jugadoras antes de la final, que gatilló el malestar.
El homenaje a Endler, Canales, Karen Araya y Camila Sáez, mostrando sus camisetas tanto en la salida a la cancha como en la premiación final, fue una muestra de la unidad del equipo, señaló Urrutia.
“Ellas han estado con nosotras en todo momento. Sabemos por qué se tuvieron que ir, se están hablando cosas que no se saben y tienen todo nuestro apoyo. Pero estamos felices, esto nos lo ganamos nosotras y nadie sabe mejor lo que nos ha costado llegar hasta acá”, concluyó.